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miércoles, 22 de junio de 2022

Construcción de diálogos literarios

El diálogo es la forma como nuestros personajes se comunican entre sí. De ahí su importancia. No es lo mismo que un narrador cuente lo que conversan, que poner a nuestros personajes a conversar entre ellos teniendo al lector como testigo de lo que se dicen entre sí. 

A continuación, te traigo algunas recomendaciones al escribir diálogos:  

Evitar diálogos banales o intrascendentes: 

Todo diálogo entre los personajes debe cumplir una función:  Informar al lector algo que desconoce y debería conocer. Si ya el narrador dejó claro que era de noche, no justifica que el personaje lo diga en su diálogo. Por el contrario, si hace frío, y ello es importante para la historia que se narra y el narrador aun no lo dice, es útil que el personaje lo exprese. 

Espontaneidad y sentimiento. 

Todo lo que diga un personaje debe sonar como una expresión espontánea y sincera. Los peores diálogos son aquellos que simplemente citan cifras o datos desprovistos de toda emoción. Recuerdo un texto de alguien que ponía a un muchacho de la calle a conversar con otro indigente:  

―¿Por que te vas tan pronto?

―Es que a mí no me gusta pernoctar por estos lares. 

¿En serio, un indigente hablaría así?

Verosimilitud

Un diálogo debe ser verosímil. En un dialogo hay dos o más personas conversando. Y las personas se dicen cosas que en la vida real se dirían en uno al otro. Muchos principiantes fallan en sus diálogos porque ponen a sus personajes a contarse cosas que ellos ya saben. El lector seguramente se va a enterar de algo, pero ¿era necesario que los personajes se dijeran cosas que ellos ya saben y que que si fueran reales no se dirían?  Imagina una pareja conversando en un parque: 

―A tus treinta y un años estas hermosa. Te luce ese vestido de seda color aguamarina, que combina con tus pendientes color nácar, y ese bolso de marca Gucci que costó una fortuna.

―Gracias, Juan, y tú a los cincuenta te ves muy bien, sobre todo con ese traje azul oscuro, con botones de marfil, y ese reloj dorado de marca Rolex que usas. Me gusta esa loción de Hugo Boss que compraste en tu último viaje a Panamá, en septiembre de año pasado, en el que te robaron la maleta de piel de cocodrilo. 

¿Verdad que suena empalagoso y poco creíble?  Con certeza podemos afirmar que el lector se enteró de muchos datos, pero también, que no aguantará mucho leyendo el texto. 


Avance

Todo diálogo debe hacer avanzar la historia.  Si un diálogo no permite avanzar en lo que se narra hay que cortarlo de tajo.  Muchos diálogos suenan acartonados porque no permiten un desarrollo de la narración. 

Diálogo y acción

Generalmente, uno no dialoga con alguien permaneciendo quieto. Casi siempre alguien camina, mira, gesticula, toma café, muerde una tostada, odia o ama...  Mientras se conversa, la gente suele estar viva. Por eso, hacer que un personaje ejecute alguna acción mientras conversa, puede hacer que el mismo se vuelva verosímil. 

―Mas vale que te vayas y no regreses ― dijo ella, apretando los puños con rabia. 

Construir una voz distinta para cada personaje: 

No todos hablamos de la misma forma. Un abuelo tendrá dichos y máximas antiguas, mientras que su nieto utilizará neologismos y palabras modernas.  Aqui, el escritor deberá convertirse en un actor y representar el papel de cada personaje, imaginando cómo hablaría cada uno de ellos y marcaría las diferencias que le confieren verosimilitud.

Lenguaje directo:  

Un diálogo no debe ser usado como pretexto para prolongar innecesariamente el número de folios.  Al lector promedio le resulta tedioso encontrar veinte líneas de dialogo que no avanzan en la historia, y que no dicen nada. 

―Hola.

―Hola.

―¿Cómo estás?

―Muy bien, ¿y tú?

―Yo bien, gracias... ¿y tu familia?

―Mi familia, bien, ¿y la tuya?

―La mía, perfectamente.

―Me alegra. 

―Oye...

―Si, dime, 

¿Te puedo preguntar algo?

―Sí, claro, cuéntame... 

―¿No te molesta?

―Para nada...

―Es que, no sé si deba...

―Dale, no hay problema. 

―Bueno, aquí va mi pregunta: ¿Te diste cuenta de que el lector se aburrió de leer este diálogo que no conduce a nada?

No abusar de las explicaciones.

Un diálogo debe ser fluido.  Cuando alguien responde, no es necesario que lo escribas. Un error muy frecuente es el terminar cada linea de diálogo con  “dijo”, "respondió", "exclamó",  "contestó".  Igual ocurre con terminos similares: “gritó”, “repitió”, “espetó”, “barruntó”…  Hay que revisar si realmente son necesarias dichas explicaciones. 

Interlocutores. 

Cuando se tienen varias personas inmersas en un diálogo, debes dejar claro quién habla y a quién se dirige. Puede que el autor lo tenga claro en su cabeza, pero para el lector, es importante ciertas claves que le ayuden a entender la dinámica de la conversación. Para ello es importante hacer alusiones y explicaciones.  

A continuación, dejo un texto de Umberto Eco, donde explica las formas de establecer diálogos donde los interlocutores se convierten en seres reales y diferenciados: 

"Dos personajes se encuentran y uno le pregunta al otro que cómo está. El otro responde que no se queja y pregunta su vez qué tal está el primero. Como veremos enseguida, hay muchas formas en las que puede ser presentada esta conversación, y no todas son iguales:

A:     

¿Cómo estás? 

No me quejo, ¿y tú?

B:      

¿Cómo estás? dijo Juan. 

No me quejo, ¿y tú? dijo Pedro.

C:     

¿Cómo estás? se apresuró a decir Juan. 

No me quejo, ¿y tú? respondió Pedro en tono de burla.

D:   

Dijo Juan: 

―¿Cómo estás?

No me quejo respondió Pedro con voz neutra. Luego, con una sonrisa indefinible: ¿Y tú?

Umberto Eco propone un par de ejemplos más, pero estos cuatro son suficientes. A y B son prácticamente idénticos, pero C y D son muy distintos a estos y, a la vez, muy diferentes entre sí. Como vemos, la mano de un narrador se mete en mitad de la conversación y altera completamente el efecto que nos produce ésta. En C y D vemos unas connotaciones en la respuesta de Pedro que están completamente ausentes de A y B.



En resumen: 

Los diálogos, en todos los casos, deben ser espontáneos y creíbles. Un buen escritor de diálogos es alguien entrenado para escuchar. No hay nada tan inverosímil en una película, que el momento en que el villano decide contarle a la víctima la razón por la cual lo va a matar. ¿En serio? ¿De verdad crees que en la vida real un hombre que te va a robar la billetera va a establecer una conversación profunda contigo para explicarte que su robo es producto de la desesperación existencial, porque fue un bebé no deseado, sufrió una niñez marcada por el maltrato y que por esa razón no ha podido encontrar otra forma de ganarse la vida?

La mayoría de la comunicación entre los humanos es a traves del diálogo. Posiblemente el día de hoy estuviste conversado con varias personas sobre diferentes temas antes de leer este blog y hablarás con alguien más, luego de esto. Aprende a escuchar lo que te dicen y lo que tu dices a los otros.  No hay nada más natural que una conversación espontánea. De manera que, si quieres escribir diálogos, no sobreactues. Escríbe la conversación tal como la tendrían tus personajes si fueran reales.   

Por último, te dejo unos consejos técnicos sobre cómo escribirlos.   (al final agrego una bibliografia adicional que puede ayudarte) 

______________

Estructura de los diálogos 

(tomado del blog Cómo escribir correctamente)

Los diálogos, para diferenciarlos de la narración, van precedidos por una raya ("—" distinto del guion, o símbolo menos, "-"), y nunca terminan en raya, sino en el signo de puntuación correspondiente: punto y aparte, cierre de interrogación, cierre de exclamación o (menos habitualmente) dos puntos o punto y coma.

"—Estoy algo cansado."

Obsérvese que no hay espacio entre la raya y la primera letra.

Para introducir una aclaración del narrador, se utiliza también la raya:

"—Estoy algo cansado —dijo él."

"—Estoy algo cansado —dijo él—. Me voy a mi casa."

Teniendo en cuenta que hay que diferenciar dos casos:

1.-La intervención del narrador hace referencia a un verbo o acción del habla o el pensamiento ("dijo él", "pensó ella", "replicó su amigo", etc.).

Se deja un espacio en blanco entre el final de la frase y la raya, y la frase del narrador comienza sin espacio entre la raya y ésta: "cansado —dijo él."

La frase comienza en minúsculas:“ —dijo él."

El signo de puntuación correspondiente a la frase del personaje se cierra tras la aclaración del narrador: "—Estoy algo cansado —dijo él—. Me voy a mi casa."

Si el diálogo continúa, se cierra con la raya; en caso contrario, no: "—Estoy algo cansado —dijo él—. Me voy a mi casa."

Si la frase del diálogo no está completa, pero le correspondería otro signo de puntuación (como una coma), éste se pone como en el ejemplo anterior con el punto: "—Estoy cansado —dijo él—, y eso que he dormido bien."

2.-En el caso de que el comentario del narrador no tenga nada que ver con la acción de hablar, pensar o cualquiera de acciones relacionadas (gritar, susurrar, etc.), se cierra la frase, si hiciera falta, y el texto del narrador comienza por mayúscula:

—Tengo que irme. —El portazo retumbó en toda la casa.

Y contando con ciertas excepciones:

La exclamación y la interrogación se cierran siempre (si la frase ha terminado) antes de la raya: "—¿Estás cansado? —dijo su mujer—. Puede que debieras dormir más."

Del mismo modo, también los puntos suspensivos preceden a la raya: "—Te noto cansado... —observó ella—. Será que no duermes bien."

Si la narración precisa dos puntos, éstos sustituyen al signo de puntuación que correspondería a la frase del diálogo: "—Te noto cansado —observó ella, y añadió—: Será que no duermes bien."


Y para terminar.  

Recuerda que no es lo mismo el guión (-) que la raya de diálogo (—)

Muchas personas me preguntan en los talleres como se inserta una raya de diálogo.  Aqui va el truco. 

Si tienes un PC

Para obtener el guión largo necesario en los diálogos, pulsa Alt mientras escribes 0151 en el teclado numérico. ¡Tu símbolo — aparecerá automáticamente! Para las comillas latinas, lo mismo: pulsamos Alt y escribiendo 174 y 175 respectivamente. 

  • Alt 0151: guión largo (—)
Si usas word, puedes prefijar una combinacion de caracteres. (En la seccion de opciones / revision / Opciones de autocorrección) Por ejemplo yo tengo prefijado en mi computador el guión largo (raya de dialogo) cada que oprimo Ctrl+Alt+-

Si tienes un Mac

La combinación de teclas para este sistema operativo es distinta. En este caso tenemos que pulsar las teclas ALT y mayúsculas (también llamada SHIFT) junto con una tercera, que os indico a continuación:

  • Alt + Mayúsculas + guión corto (-): guión largo (—)
Espero que estos trucos te sean útiles. 

Otras fuentes para consultar, sobre los diálogos: 



miércoles, 1 de junio de 2022

Caracterización de personajes

  Por Carlos Alberto Velásquez Córdoba.




Hay dos formas de conocer un personaje literario: La primera es a través de lo que el narrador cuente sobre él. Por ejemplo, si es alto o bajo, si es gordo o delgado, bueno o malo, violento o apacible; si la heroína es rubia o morena, si es humilde u orgullosa. 

La otra forma es a través de pistas que va dejando el escritor a lo largo de la acción. "Milena, con manos temblorosas, se alisó el vestido antes de darle una respuesta a Rubén". En este caso no estamos describiendo directamente a la mujer, sino que a lo largo de la historia vamos dejando migajas que ayudarán al lector a hacerse una idea de cómo es Milena. En esta corta frase ya tenemos pistas de que la mujer está haciendo tiempo, está nerviosa o ansiosa y duda de la respuesta que debe dar. (El autor no lo dice, pero lo muestra).

A la técnica por la cual hacemos que el lector conozca las características físicas y psicológicas del personaje se le conoce como caracterización

Hay que dejar claro que una cosa es la descripción (aspecto físico) y otra la caracterización. En la caracterización se enfatiza en la forma de ser del personaje. 

La forma más fácil de caracterizar es a través del modo directo (Caracterización directa). En ella el narrador describe a su personaje sin rodeos.  Pongamos como ejemplo de caracterización directa el comienzo de la versión de Charles Perrault del cuento folclórico “La Cenicienta“:

Había una vez un gentilhombre que se casó en segundas nupcias con una mujer, la más altanera y orgullosa que jamás se haya visto. Tenía dos hijas por el estilo y que se le parecían en todo. El marido, por su lado, tenía una hija, pero de una dulzura y bondad sin par; lo había heredado de su madre que era la mejor persona del mundo.

En este párrafo el autor nos dice que la segunda esposa de su personaje es “altanera y orgullosa”, que las hijas de la mujer son iguales a ella (“por el estilo”), y que la hija del hombre es de “una dulzura y bondad sin par”, que había heredado de su madre.

Observen que el narrador es quien nos dice cómo es el personaje que debemos imaginar. Lo dice él mismo, y no tenemos que intuirlo nosotros.

Pero hay otra forma de mostrar un personaje, (y hago énfasis en el palabra "mostrar"). En la caracterización indirecta, no es el narrador quien "dice" cómo es el personaje, sino que el lector lo debe descubrir a través de las pistas que la narración nos da, y para ello debe echar mano de la acción que sucede dentro del relato.

Como ejemplo de caraterización indirecta, les traigo un fragmento del cuento "El gato negro" de Edgar Allan Poe.

Una noche en que volvía a casa completamente embriagado, después de una de mis correrías por la ciudad, me pareció que el gato evitaba mi presencia. Lo alcé en brazos, pero, asustado por mi violencia, me mordió ligeramente en la mano. Al punto se apoderó de mí una furia demoniaca y ya no supe lo que hacía. Fue como si la raíz de mi alma se separara de golpe de mi cuerpo; una maldad más que diabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser. Sacando del bolsillo del chaleco un cortaplumas, lo abrí mientras sujetaba al pobre animal por el pescuezo y, deliberadamente, le hice saltar un ojo. Enrojezco, me abraso, tiemblo mientras escribo tan condenable atrocidad.

Observen que Poe no "dice" cómo es el personaje, sino que lo "muestra" magistralmente: lo pone a actuar, haciendo que el lector sea testigo de las acciones, pensamientos o palabras, y pueda concluir cómo es el protagonista de esta historia sin que un narrador se lo cuente. 


No es posible decir cual técnica es mejor.  Sin embargo, en mi concepto, es preferible "mostrar" que "decir". Cuando el escritor nos hace testigos de la escena es más impactante que cuando simplemente nos dice lo que el quiere que sepamos. 

Si desea mostrarnos que el personaje es buen hijo con su madre puede plantearnos una escena en que la cuide durante una enfermedad, o puede, simplemente, decirnos que era un hijo cariñoso. Personalmente, estoy inclinado a comprometerme más con la primera historia que con la segunda. Por eso coincido con la mayoría de expertos en que la caracterización indirecta es mucho más efectiva.

¿Y cuando usar una u otra? Eso depende de la intencionalidad del autor y de la importancia del personaje. Imaginen que en el cuento de Perrault de La Cenicienta hicieramos una caracterizacion indirecta del cochero que la lleva al palacio, del rey, de cada uno de los pajes... sería una historia aburridísima (y larga).  Se sugiere que la caracterización indirecta se use para los personajes más importantes de un cuento o una novela, aquellos que necesitamos conocer con mayor profundidad.

Si se trata de un personaje de poca importancia puede ser preferible usar la caracterización directa porque es más económica, requiere menos espacio. Basta con decir que el cochero era un hombre amable o que los pajes eran obedientes y el lector queda plenamenente satisfecho con esa información.  

En conclusión, un buen escritor deberá escoger la mejor forma de caracterizar a sus personajes y mantener un equilibrio entre lo que hay que "mostrar" y lo que simplemente hay que "decir".


miércoles, 18 de mayo de 2022

Ser escritor, segun Abelardo Castillo

A continuación una recopilación de textos que encontré en la red.  Se trata de una serie de consejos dados por Abelardo Castillo para ser escritor. 





PARA SER ESCRITOR

- Podrás beber, fumar o drogarte. Podrás ser loco, homosexual, manco o epiléptico. Lo único que se precisa para escribir buenos libros es ser un buen escritor. Eso sí, te aconsejo no escribir drogado ni borracho ni haciendo el amor con la mano que te falta ni en mitad de un ataque de epilepsia o de locura.

- Un albañil puede habitar la casa que construye, decía más o menos Sartre, un sastre usar el traje que ha hecho: un escritor no puede ser lector de su propio libro. Un libro es lo que los lectores ponen en él. Ningún escritor puede agregar un sentido nuevo a sus propias palabras. Si puede hacerlo, debería escribir el libro otra vez.

- Lo mejor que se ha dicho sobre el cuento es lo que Edgar Poe escribió en su ensayo sobre Nathaniel Hawthorne. No pienso facilitarte las cosas reproduciéndolo. Tendrás que encontrarlo solo. Un escritor es un buscador de tesoros. Los descubre o no. Esa es la única diferencia entre la biblioteca de un escritor y el mueble del mismo nombre de las personas llamadas cultas.

- Podrás corregir tus textos o no corregirlos. Toltstoi escribió siete veces Guerra y Paz; Stendhal terminó La Cartuja de Parma en cincuenta y dos días. El único problema es cómo se las arregla uno para ser Toltstoi o Stendhal.


- Cuidado con las computadoras. Todo se ve tan prolijo que parece bien escrito.

- Nadie escribió nunca un libro. Sólo se escriben borradores. Un gran escritor es el que escribe el borrador más hermoso.

- Los novelistas y los editores creen que una novela es más importante que un cuento. No les creas. Sólo es más larga.

- Los cuentistas afirman que el cuento es el género más difícil. Tampoco les creas. Sólo es más corto. El cuento es difícil únicamente para aquellos que nunca deberían intentarlo. Para Poe era facilísimo, para Cortázar, Chéjov o Hemingway también.

- No intentes ser original ni llamar la atención. Para conseguir eso no hace falta escribir cuentos o novelas, basta con salir desnudo a la calle.

- Podrás escribir: "Volvió a verla tres días más tarde", pero sólo a condición de saber perfectamente (aunque no lo digas) qué le pasó a tu personaje en esos tres días, y por qué fueron tres días y no una semana o un año.

- No es lo mismo ambigüedad que confusión. Una historia debe tener siempre un único final. Si quisiste sugerir dos o más desenlaces, esos desenlaces son un único final: se llama ambigüedad. Si nadie entiende ni medio se llama confusión.

- No describas sino lo esencial. La posición de un pie, en casi todos los casos, es más importante que el color de los zapatos.

- Lo que llamamos estilo sucede más allá de la gramática. No es lo mismo decir: "ahí está la ventana" que "la ventana está ahí". En un caso se privilegia el espacio; en el otro, el objeto. Toda sintaxis es una concepción del mundo.

- En el origen del conocimiento y de la literatura está el acto de contar. La crítica de la razón pura nos cuenta lo que Kant pensaba de los límites de la razón; los versos de La Eneida, la epopeya del Lacio; el teorema de Pitágoras, el cuadrado de la hipotenusa. El hombre es el único animal que cuenta.

- Cortázar solía decir que empezaba sus cuentos sin saber adónde iba. No le creas. En sus mejores cuentos lo sabía perfectamente, aunque no supiera que lo sabía.

- Los grandes novelistas aconsejan ignorar el final de la historia, no tener nada claro qué hará el personaje en el próximo capítulo, no atarse a un plan previo. A ellos sí podrás creerles, pero con moderación. Digamos, hasta llegar a la página 150. Más allá de eso, saber tan poco de tu propio libro ya es mera imbecilidad.

- Cuidado con Borges, Kafka, Proust, Joyce, Arlt, Bernhard. Cuidado con esas prosas deslumbrantes o esos universos demasiado intensos. Se pegan a tus palabras como lapas. Esa gente no escribía así: era así.


- Lo que dice Borges sobre los sinónimos es verdad: no existen. Can no es lo mismo que perro ni la palabra ramera tiene la dignidad de la palabra puta. Pero yo te recomiendo un buen diccionario de sinónimos. Uno quiere escribir: "habló en voz baja". Como eso no le gusta lo reemplaza por "voz queda", que es espantoso. Hojea el diccionario de sinónimos al azar y en cualquier parte encuentra la palabra pálida. Entonces escribe: "habló con voz pálida", lo que está muy bien.

- Nunca adjetives en orden decreciente, nunca digas: "Era una montaña titánica, enorme, alta". Si no te das cuenta por qué, nadie puede ayudarte. Si adjetivaste en la dirección correcta tampoco te creas un gran estilista. Tal vez buscabas el último adjetivo y te olvidaste de borrar los otros dos.

- Nunca escribas que alguien tomó algo con ambas manos. Basta con escribir las manos y a veces es suficiente una sola. La gente en general tiene cara, no rostro. No asciende las escaleras, sube por ellas. No penetra a las recámaras, entra en los dormitorios. Evitarás los ventanales y sobre todo los grandes ventanales. Dicho sea de paso, las ventanas no son de cristal, son de vidrio. Lo mismo los vasos. No digas que alguien empezó a cantar o a vestirse si no estás dispuesto a que termine de hacerlo. En los libros la gente empieza a reírse o a llorar en la página 3 y da la impresión de seguir así hasta que se muere. Sé ahorrativo: si lo que viene al galope es un jinete, no hace falta el caballo. La inversa no se cumple. La palabra caballo viene misteriosamente sin jinete.

- En general cuesta tanto trabajo escribir una gran novela como una novela idiota. El esfuerzo, la pasión, el dolor, no garantizan nada. Es desagradable pero es así. No abandones la cama sin pensar en esto.

- No cualquier cosa, por el mero hecho de haberte sucedido, es interesante para otro. Esto vale tanto para escribir como para conversar.

- No defiendas tu libro argumentando que los críticos son escritores frustrados. Lo verdaderamente peligroso de un crítico es que sea un crítico frustrado.

- Leer una gran novela o un gran cuento es tan hermoso como haberlos escrito. Si nunca lo sentiste, no escribas ficciones ni, por el amor de Dios, te dediques a la crítica literaria.

- No publiques todas las estupideces que escribas. Tu viuda se encargará de eso.

- No creas en las máximas de los escritores. Tampoco en éstas. Lo que cautiva de una máxima es su brevedad; es decir, lo único que no tiene nada que ver con la verdad de una idea.


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Ser escritor recoge escritos breves del argentino Abelardo Castillo (1935-2017), dramaturgo, cuentista notable, formador de escritores en talleres literarios. El libro, editado por Seix Barral,  incluye perfiles de escritores, consejos, memoria sobre el oficio, anécdotas, críticas.

jueves, 10 de marzo de 2022

Cuento y novela

 Cuento y novela

El cuento y la novela se parecen en que "algo" pasa. Si bien, algunos consideran que la diferencia principal está en la extensión, es precisamente esa extensión la que permite generar las características específicas de diferenciación.

En ambas hay un inicio, un nudo y un desenlace. Pero la forma como sendos géneros abordan el asunto es diferente: mientras el cuento nos narra la acción, la novela se centra en los personajes.

La escritora Pilar Quintana, ganadora del premio Alfaguara 2020, ha expresado magistralmente la diferencia entre ambos, en un taller que dictó sobre literatura: “El cuento es la narración de un asesinato. La novela cuenta la vida del asesino”.

Para que un cuento sea contundente, debe ser concreto. En el cuento se parte de A para llegar a B sin detenerse en el camino a hacer reflexiones sobre otros temas que no tengan que ver con el desarrollo de éste. En ese recorrido no hay distracciones, tareas adicionales, o paradas innecesarias. Se transita por la ruta más directa, y cualquier desviación que haya, es porque el argumento así lo exige. Como diría Anton Chejov con respecto al cuento: “todo lo que no se relaciona con él debe ser extirpado sin compasión”.

En el cuento hay que mantener la tensión todo el tiempo, mientras la novela permite reflexión y cambios de ritmo. Un buen cuento no te soltará hasta que haya llegado a su final. Por el contrario, la novela permite dar vueltas, conocer datos que no importan para el desarrollo de la acción pero que dan información sobre los personajes o el ambiente que los rodea. En una hipotética novela sobre Caperucita roja y el lobo feroz, podría narrarse el tipo de tela de la capa y la caperuza, dónde la compró, quién la diseñó. Si se escribiera esa novela, describiría el árbol bajo el cual fue el primer encuentro de Caperucita y el lobo, el clima de esa mañana, qué pensaban ambos y qué sentían antes de su reunión; contaría la estrategia del señor lobo para mantener afiladas sus garras cada semana y tendría un racconto narrando la época en que el lobo aprendió de su padre a comer personas cuando apenas era un lobezno.

Un cuento puede ser contado. La novela jamás podrá ser contada de un solo envión, porque en la novela se exploran los pensamientos, creencias, recuerdos, miedos o anhelos de los personajes. En ella se narran las costumbres de la época y los sistemas políticos, sociales o económicos imperantes; se muestra el clima, se describen los lugares, e incluso los pensamientos del narrador. 

Es imposible contar, en forma de cuento, lo que pasa en “Los Miserables” de Víctor Hugo: puedes aproximarte a narrar la historia de Jean Valjean, puedes intentar narrar exclusivamente la historia de Javert o la de Fantine, pero quedarás corto, porque hay otras historias entrecruzadas que debes abordar. Puedes contar el cuento de cómo Valjean saca a Marius de las barricadas, o cómo logra rescatar a Cossette de los Thenandier pero tendrás que prescindir de todo lo demás si lo que quieres es contar un cuento.

Un buen cuento, narra una acción, un hecho específico. Una buena novela describe todo lo que hay alrededor de uno o varios hechos; ahonda en los personajes que estuvieron allí.

Resumiendo, en la literatura narrativa siempre hay un argumento: un origen, un conflicto, y un desenlace, pero la forma como se abordan varía entre el cuento y la novela. Sin embargo, a pesar de los géneros tan diferentes, hay algo que no debe olvidar ningún escritor: en ambos —cuento o novela—, la consigna es atrapar al lector y no soltarlo hasta la última palabra… y si es posible, seguir teniéndolo prisionero mucho tiempo después.

Carlos Alberto Velásquez Córdoba




Taller de historias

Hace varios años un grupo de amigos, compañeros de un taller literario, nos reunimos por nuestra cuenta para compartir nuestros textos y perfeccionarlos. Con el tiempo fuimos fortaleciendo estas reuniones y avanzamos, como amigos, por el camino de la escritura creativa. A lo largo de los años hemos hecho algunas publicaciones. ¡Seguimos avanzando!  

También con el tiempo fueron llegando más amigos, buenos lectores y excelentes críticos que han enriquecido las reuniones con su amistad y sus buenas observaciones. 
  
Este blog es una forma de mostrar nuestros trabajos y compartir nuestras experiencias en el maravilloso viaje de las letras.