«Una noche Amalfitano le preguntó, por decir algo mientras el joven buscaba en las estanterías, qué libros le gustaban y qué libro era aquel que en ese momento estaba leyendo. El farmacéutico le contestó, sin volverse, que le gustaban los libros del tipo de 'La metamorfosis', 'Bartleby', 'Un corazón simple', 'Un cuento de Navidad'. Y luego le dijo que estaba leyendo 'Desayuno en Tiffanys', de Capote. Dejando de lado que Un corazón simple y Un cuento de Navidad eran, como el nombre de este último indicaba, cuentos y no libros, resultaba revelador el gusto de este joven farmacéutico ilustrado, que tal vez en otra vida fue Trakl o que tal vez en ésta aún le estaba deparado escribir poemas tan desesperados como su lejano colega austriaco, que prefería claramente, sin discusión, la obra menor a la obra mayor. Escogía 'La metamorfosis' en lugar de 'El proceso', escogía 'Bartleby' en lugar de 'Moby Dick', escogía 'Un corazón simple' en lugar de 'Bouvard y Pécuchet', y 'Un cuento de Navidad' en lugar de 'Historia de dos ciudades' o de 'El Club Pickwick'. Qué triste paradoja, pensó Amalfitano. Ya ni los farmacéuticos ilustrados se atreven con las grandes obras, imperfectas, torrenciales, las que abren camino en lo desconocido. Escogen los ejercicios perfectos de los grandes maestros. O lo que es lo mismo: quieren ver a los grandes maestros en sesiones de esgrima de entrenamiento, pero no quieren saber nada de los combates de verdad, en donde los grandes maestros luchan contra aquello, ese aquello que nos atemoriza a todos, ese aquello que acoquina y encacha, y hay sangre y heridas mortales y fetidez».
miércoles, 10 de julio de 2024
Roberto Bolaño y los combates de verdad
«Una noche Amalfitano le preguntó, por decir algo mientras el joven buscaba en las estanterías, qué libros le gustaban y qué libro era aquel que en ese momento estaba leyendo. El farmacéutico le contestó, sin volverse, que le gustaban los libros del tipo de 'La metamorfosis', 'Bartleby', 'Un corazón simple', 'Un cuento de Navidad'. Y luego le dijo que estaba leyendo 'Desayuno en Tiffanys', de Capote. Dejando de lado que Un corazón simple y Un cuento de Navidad eran, como el nombre de este último indicaba, cuentos y no libros, resultaba revelador el gusto de este joven farmacéutico ilustrado, que tal vez en otra vida fue Trakl o que tal vez en ésta aún le estaba deparado escribir poemas tan desesperados como su lejano colega austriaco, que prefería claramente, sin discusión, la obra menor a la obra mayor. Escogía 'La metamorfosis' en lugar de 'El proceso', escogía 'Bartleby' en lugar de 'Moby Dick', escogía 'Un corazón simple' en lugar de 'Bouvard y Pécuchet', y 'Un cuento de Navidad' en lugar de 'Historia de dos ciudades' o de 'El Club Pickwick'. Qué triste paradoja, pensó Amalfitano. Ya ni los farmacéuticos ilustrados se atreven con las grandes obras, imperfectas, torrenciales, las que abren camino en lo desconocido. Escogen los ejercicios perfectos de los grandes maestros. O lo que es lo mismo: quieren ver a los grandes maestros en sesiones de esgrima de entrenamiento, pero no quieren saber nada de los combates de verdad, en donde los grandes maestros luchan contra aquello, ese aquello que nos atemoriza a todos, ese aquello que acoquina y encacha, y hay sangre y heridas mortales y fetidez».
miércoles, 5 de junio de 2024
Siete consejos de Escritura de Mark Twain
Estos siete consejos de Mark Twain fueron extraidos de la página "Decálogos Literarios" del escritor Emilio Restrepo.
1. Empieza por los acontecimientos
Primero dale forma a los hechos, luego podrás distorsionarlos tanto como quieras.
2. Escribe correctamente
Emplea una gramática correcta. Usa la palabra adecuada, no su prima segunda. En cuanto a los adjetivos, si tienes alguna duda, cárgatelo. Dios solamente exhibe sus truenos y rayos a intervalos, por eso nos llaman la atención. Esos son los adjetivos de Dios. Si tú muestras demasiados rayos y truenos, el lector se cansa poco a poco.
3. Sé paciente y perseverante
No esperes tener el libro a la primera. Trabaja, edita, reescribe.
4. Olvídate de los adverbios
Escribe la palabra “jodidamente” cada vez que vayas a escribir la palabra “muy”. Tu editor lo borrará y el texto será como debería ser.
5. Pon distancia de por medio
Levántate de vez en cuando para dar una vuelta a la manzana y dejar que los sentimientos se diluyan. Hay una única cosa que no soporto y no soportaré: el falso sentimentalismo.
6. Sé conciso y directo
Usa un lenguaje simple y sencillo; palabras cortas y frases breves. Esa es la forma de escribir en la época moderna y resulta la mejor manera. Recuerda: no dejes que fluyan la pelusa, las flores y la verborrea.
7. Empieza cuando crees que has terminado
El tiempo para empezar a escribir un artículo es cuando crees haberlo terminado y estás satisfecho. En ese momento empiezas a percibir con claridad y lógica lo que realmente quieres decir.
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Mark Twain, cuyo nombre real era Samuel Langhorne Clemens, nació el 30 de noviembre de 1835 en Florida, Misuri, Estados Unidos. Fue un célebre escritor, humorista y conferenciante conocido por sus obras "Las aventuras de Tom Sawyer" y "Las aventuras de Huckleberry Finn", que se consideran clásicos de la literatura estadounidense. Twain trabajó como piloto de barco de vapor en el río Misisipi, experiencia que influyó en su escritura. A lo largo de su vida, escribió numerosas novelas, cuentos, ensayos y discursos, ganándose una reputación como uno de los grandes escritores de su tiempo. Falleció el 21 de abril de 1910 en Redding, Connecticut.
miércoles, 15 de mayo de 2024
Detrás de cada poema hay una historia
Todo texto tiene un origen, una motivación, una causa y un efecto...
Pero dejemos que sea el escritor y cantautor Pala (Carlos Palacio) quien nos cuente esta historia:
Detrás de este poema hay una historia.
Cuando viajé por primera vez a Alemania, mi destino soñado no era Berlín o Munich, sino Maguncia, la Mainz cuyos orígenes se diluyen en la niebla de los milenios. Y una vez allí, mi destino no era el lustroso casco histórico o las célebres ruinas romanas, sino un museo: el Museo Gutenberg. Moría de ganas por acercar mis ojos a las primeras imprentas de tipos móviles.La ilusión de esa mañana se parecía a la del niño de pueblo que fui cuando tenía paseo de día entero y conduje desde la frontera francesa emocionado y alerta. Pero como a la vida le tienen sin cuidado las ilusiones de nadie, encontramos que el museo estaba cerrado.Con el corazón roto y haciendo pucheros, me refugié en un café de la plaza principal en donde se ponía en escena un pintoresco mercadillo de domingo.De pronto y sin que lo advirtiera, el rumor de la lengua que los venteros y parroquianos desplegaban ante mí como un velo innintelegible, se apoderó del ambiente y me atrapó. Era el rumor de la lengua de Gutemberg. La lengua en la que concibió un mecanismo de engranajes y letras metálicas que cambió el curso de las otras lenguas. Y, sobre todo, la lengua a la cual sirvió la primera imprenta.Los libros, las tipografías y los depósitos de tinta no se sirven de las palabras sino que sirven a ellas. Una lengua vive no porque haya libros escritos en sus fórmulas arbitrarias sino porque haya personas que hagan suya su gramática y la utilicen para instalar mercados dominicales y vender quesos a sus vecinos.Y escribí este poema.
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Pala
miércoles, 1 de mayo de 2024
La puntuación, la sintaxis y el amor: Leila Macor
El siguiente texto me lo compartieron en un taller de creación literaria.
Se trata de un texto de la escritora Leila Macor, y que ha sido reproducido en varios diarios, blogs, revistas, e incluso programas radiales. Este fragmento hace parte de su libro Nosotros, los impostores. (Montevideo. Sudamericana 2010)
Me pareció un texto que tiene humor y muchos focos de reflexión, por lo cual lo comparto en este blog.
La puntuación, la sintaxis y el amor
Leila Macor
Siempre que pongo un punto y coma sonrío. Me acuerdo de un amigo de mi hermano, a quien yo amaba como loca en mi adolescencia, que dijo una vez que un verdadero escritor se reconoce porque sabe usar el punto y coma.
Por supuesto comencé a usar frenéticamente el punto y coma, aunque él nunca se dio cuenta de mi pericia puntuadora.Luego, en el colegio, escribía parodias de los poemas que estudiábamos en la clase de Literatura y las pegaba en la cartelera del salón, sólo para ver reír al chico del fondo que me gustaba y que no me hacía el menor caso, excepto cuando leía aquellas burlas gracias a las cuales yo existía un poquito para él.
Me enamoré después de un hippie. En consecuencia, un ejército de gnomos, hadas y plagiados cronopios tomó por asalto mis cuadernos, que por fortuna hice desaparecer de la faz de la Tierra.
Mi primer novio leía a Nietzsche: en aquel tiempo escribí herméticamente versos oscuros sobre simbólicas tarántulas que hoy día no consigo entender (y creo que en aquel momento tampoco).
Poeta
El siguiente fue un poeta para quien el punto y coma era tan feo e inelegante como una factura de la luz, los dos puntos un recurso vulgar destinado a un recetario de cocina y los paréntesis una trampa que esconde la incapacidad expresiva del escritor.
Así que punto y coma, dos puntos y paréntesis quedaron proscritos de mi escritura durante un par de años. Sólo después de mucho esfuerzo los logré reincorporar.
Algunos de los hombres que me gustaron no eran lectores y simplifiqué mis textos; otros eran intelectuales y entonces los academicé, llenándolos de citas de Heidegger y Schopenhauer que tomaba prestadas de mi agenda.
Una vez me enamoré de uno que amaba las oraciones cortas y las sentencias desadjetivadas; poco después me enamoré de otro que prefería el barroquismo y las descripciones delirantes: salté de Carver a Carpentier como quien cruza la calle.
Después tuve un novio fanático de Rimbaud y de Baudelaire y yo me puse por tanto agresiva y negativa.
Sándwich
Luego vino un chico que odiaba el «sándwich literario», que es cuando se coloca un sustantivo entre dos adjetivos (por ejemplo, la «enigmática casa antigua»). Ergo, me volví implacable con los adjetivos, cacé sándwiches y acabé con todos ellos.
El siguiente se la tenía jurada a los adverbios. Decía que son un bastón para apoyar a un verbo que no tiene suficiente fuerza.
Saqué adverbios y usé sólo verbos autoválidos.
Y otro abogaba por la eliminación de la palabra «como». La luna es un queso, no como un queso. El «como» ensucia la metáfora, decía, porque la transforma en una anodina comparación. Busqué entonces todos los «como» de mis archivos con Find and Replace y los borré de un manotón en el teclado.
Luego mi ex esposo se reveló como un gran admirador de Kundera y elogió las metáforas que «caen como un rayo iluminador sobre una escena».
Intenté por ende, y durante años, imitar el rayo iluminador de Kundera.
Pero ninguno de ellos se enteró jamás, lógicamente, de todo esto que se cocía entre la palabra y yo.
Desde que puedo recordar, la escritura ha sido mi forma más inadvertida, menos eficaz y peor orientada de coquetear.
Leila Macor
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Leila Macor es una escritora y periodista venezolana, que vivió en Montevideo, Uruguay, entre 1996 y 2011, autora de Lamentablemente estamos bien y Nosotros los impostores.Entre 2005 y 2008 escribió dos columnas en la revista impresa Vayven del diario El Observador.
miércoles, 24 de abril de 2024
La chispa de Francisco de Quevedo
Es legendaria la agudeza de ingenio de Francisco de Quevedo. Hoy les comparto tres divertidas anécdotas del gran escritor. (Tomado de Historias de la literatura)
📚
Un día un aprendiz insistió en leerle un par de sonetos que había escrito.
Tras leer el primero, Quevedo le dijo:
—El siguiente será mejor.
A lo que el aprendiz replicó:
—¿Cómo podeis saberlo, si aún no lo he leído?
Y Quevedo respondió:
—Sencillamente, amigo mío, porque es imposible que sea peor que el que acabo de escuchar.
📚📚
Un día paseaba Quevedo por las galerías del Real Alcázar, cuando un grupo de cortesanos que estaban allí le reconocieron, y, sabiendo de su habilidad para improvisar versos, uno le dijo:
—¡Quevedo, hacednos un verso!
El escritor le contestó:
—Dadme pie.
Quevedo pretendía una palabra o una idea, pero el cortesano lo interpretó literalmente y le acercó su pie.
El autor, sujetando el pie, improvisó:
—Paréceme, gran señor,
que estando en esta postura,
yo parezco el herrador
y vos la cabalgadura.
📚📚📚
Estando enfermo Quevedo durante su cautiverio en el Convento Real de San Marcos, en León, uno de los religiosos que lo cuidaban, le trajo un caldo que más que caldo era agua caliente.
El poeta empezó a decir:
—¡Bravo caldo, valiente caldo!
Ante la pregunta del religioso de porqué era valiente el caldo, Quevedo respondió:
—Porque no tiene nada de gallina.
jueves, 18 de abril de 2024
Decálogo literario Zadie Smith
Decálogo de Zadie Smith
Mientras seas pequeño, asegúrate de leer muchos libros. Dedica más tiempo a la lectura que a cualquier otra actividad.
De adulto, intenta leer tu propio trabajo como lo leería un extraño. O mejor aún, como lo leería un enemigo.
No rodees de romanticismo tu «vocación». O eres capaz de escribir buenas frases, o no. No existe eso del «estilo de vida del escritor», lo único que importa es lo que dejas en la página.
Evita tus debilidades. Pero hazlo sin decirte a ti mismo que las cosas que no puedes hacer no valen la pena. No disfraces tu falta de confianza en ti mismo de desprecio.
Deja que pase un tiempo aceptable entre el proceso de escritura y el de edición.
Evita las camarillas, las pandillas y los grupos. La presencia de la manada no hará que mejores como escritor.
Trabaja en un ordenador que no tenga conexión a Internet.
Protege el tiempo y el espacio que dedicas a escribir. Mantén a todo el mundo lejos de tu espacio de trabajo, incluso a aquellas personas que son más importantes para ti.
No confundas premios con logros.
Zadie Adeline Smith, de nacimiento Sadie Adeline Smith, (Londres, 25 de octubre de 1975)1 es una escritora, novelista, ensayista, y escritora de relatos cortos británica.
miércoles, 3 de abril de 2024
Gramática del Asombro: Carlos Palacio. Premio Jaén de Poesía 2023
Esta semana me place compartirles dos poemas del escritor, filólogo, músico, cantautor y médico Carlos Alberto Palacio (Pala), a quien conozco personalmente hace muchos años, y me honra con su amistad.
Estos textos hacen parte de su último libro Gramática del Asombro, publicado por la editorial Hiperion y con el que ganó el premio Jaén de Poesía en el 2023
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Pala
Carlos Palacio (n. Yarumal, Antioquia, Colombia, 22 de mayo de 1969), es un compositor, cantante, guitarrista, poeta colombiano y Filólogo, considerado por la crítica especializada como uno de los mejores letristas de su género en el país. Ganador del Premio Nacional de Música del Ministerio de Cultura de Colombia y de los Premios Internacionales de Poesía Miguel Hernández, Antonio Machado, José de Espronceda en España, y recientemente el Premio Jaén de Poesía. En sus canciones no sólo hay uso de metáforas, humor e ironía, sino también intertextualidad con la creación estética de diversos artistas del canon universal. Sus temas principales son el amor, el carpe diem, la historia e idiosincrasia colombianas, y la urgencia de romper con una mentalidad conservadora, inquisitorial y ultracatólica.
Pueden adquirir el libro en el siguiente enlace https://pala.com.co/tienda/