miércoles, 25 de mayo de 2022

El lápiz labial de mamá. Cuento de Sonia García

Esta semana les traemos un cuento de la escritora antioqueña Sonia Emilce García Sánchez y que fue publicado por el Ministerio de Cultura en la Antología Relata 2017



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El lápiz labial de mamá


Los aromas de especias y carne despertaron en Maú un apetito voraz; sin dar espera, bajó del segundo piso en busca de comida.

La mamá, al ver a Maú saboreándose, partió una manzana en trocitos y, mientras se la entregaba, la acompañó hasta las escalas y le dijo:

—¡Sube!

Maú intentó devolverse, pero, al ver a la mamá con el entrecejo levantado, dio medio giro y subió varios escalones, sin dejar de mirar por intervalos hacia abajo.

Su madre, firme, esperó. Cuando vio que estaba en el último escalón, le ordenó:

—Enciende la tv y mira tu programa favorito.

Maú, al ver que la mamá se alejaba, la imitó, repitiendo entre dientes, con enojo:

—¡Ube!

Al llegar al cuarto de estar prendió el televisor, pero antes de sentarse llevó el plato con los trozos de manzana hasta la nariz. Aspiró con ganas y al no sentir los aromas que le tenían la boca hecha agua, gritó con enojo:

—¡Nooo!

Apagó el televisor de golpe. Con el plato en la mano, salió con la intención de ir a la cocina, pero al cruzar el pasillo vio la puerta del cuarto de sus padres entreabierta. Pensó que allí estaba la mamá, entonces se acercó y la llamó.

La puerta cedió, y el exceso de luz al filtrarse por el ventanal la encandelilló. Maú avanzó. Mientras entreabría los ojos se fue revelando, en un esplendor jamás visto, el tocador de la mamá.

Embelesada, observó cómo los reflejos de luz, juguetones, salían disfrazados de diversos colores al filtrarse por entre las diferentes tapas de los perfumes.

Sus pupilas se iluminaban con cada uno de los destellos que emitían los collares y, coqueta, respondía imitando un guiño.

Luego centró su atención en la bailarina del cofre: ¡Tan bella!, ¡tan sutil!, ¡tan delgada! Tanto que Maú creyó verla danzar sobre un halo de luz.

Y, anhelando ser como ella, dio unos pasitos en punta, pero tropezó.

Contrariada, decidió llamar de nuevo a la mamá. Pero lo hizo casi en susurro.

Al no obtener respuesta, se acercó a la cama, necesitaba liberarse del plato; pero al descargarlo, este se deslizó y los trozos de manzana cayeron en el piso.

Iba a recogerlos cuando vio su rostro en el espejo de tres alas.

Atraída por su imagen, corrió hasta el tocador.

Trepó con dificultada al sillón y, después de menearse varias veces sobre el centro del cojín mullido, se entregó a la tarea de saborear uno a uno los olores de mamá: primero quitó las tapas a cada perfume, luego destapó las cremas de mano y… las de la cara.

Todas las llevó hasta la nariz para percibir sus olores y algunas las untó en las puntas de sus dedos.

Cuando abrió las sombras de ojos, los colores la llenaron de alegría; eran tantos, quería lucirlos todos en sus párpados.

Ya iba a meter el dedo en la sombra de color verde esmeralda, cuando un labial en forma de cisne atrajo su atención. Renunciando a su propósito de maquillar los párpados, lo cogió.

Con el dedo índice, de uña rapada, repasó las alas del ave y, al seguir de abajo hacia arriba el estilizado cuello, la tapa cayó y un delicioso olor a fresa entró por su nariz y la boca se le hizo agua, entonces miró a la sonriente bailarina y, acercándole el labial, exclamó:

—¡Humm, ico!

Sin poder contener la felicidad por estar allí, sentada en el trono de su madre, acercó a la bailarina para besarla, pero al aproximarla sus ojos chispearon, y se detuvo en seco.

Observó la base del cisne que aún conservaba en la mano y la giró: salió una barra de labial rojo brillante. Entonces lo aproximó y abrió los labios, como lo solía hacer su madre.

Pero, al acercarlo, el olor dulzón de fresa de nuevo le aguó la boca.

Maú tragó de golpe toda la saliva. Al aproximar la barra para aplicarla en sus labios, un deseo devorador la invadió y terminó dándole un pequeño mordisco.

Al mirarse en el espejo vio la marca roja y redonda en el centro de sus labios y se sintió como una marioneta. Sonrió divertida, pero, al ver de nuevo su imagen, notó los dientes rojos, entonces pasó sobre ellos la lengua, y un sabor graso le invadió la boca.

Degustó, pero no encontró un sabor agradable.

Contrariada, miró de nuevo la barra: tan roja, tan suculento su olor…

Iba a llevarla de nuevo a la boca, cuando escuchó a la mamá que, mientras subía las escalas, la llamaba.

Maú saltó de la silla con el labial entre sus manos, y corrió a esconderse debajo de la cama.

Allí, en el fondo, se encogió en posición fetal y empezó a chupar la barra labial.

La mamá entró en la habitación y, al ver los trozos de manzana regados en el suelo, llamó a Maú con tono nervioso.

Maú no respondió.

La mamá recorrió la habitación. Al ver los cosméticos y perfumes destapados, volvió a llamarla, pero esta vez con un tono seco.

Todo estaba en silencio. A Maú ni siquiera se le oía respirar.

Entonces la mamá la buscó en el vestier, en el baño, detrás de las cortinas; al no encontrarla, decidió mirar por debajo de la cama.

Efectivamente allí estaba; le ordenó que saliera, pero Maú no se movió.

La mamá, preocupada, la volvió a llamar. Al no obtener respuesta, decidió meterse debajo de la cama y, como pudo, agarró a Maú por la espalda.

A medida que la iba jalando, sintió a la pequeña fría, rígida y engarrotada.

—¡Maú! —llamó una y otra vez la madre.

Cuando por fin la sacó, notó que Maú seguía encogida en posición fetal.

La giró y, al ver que tenía la boca y sus alrededores rojos, sintió pánico, pues, imaginó que se había ahogado. Sin pensarlo dos veces, la elevó por el aire.

Maú, al sentir que volaba, abrió los ojos, estiró los brazos y, sin soltar la base del cisne, le dio a su madre la mejor sonrisa, enseñando los dientes y la lengua rojos.

La mamá, con sentimientos encontrados, acercó a la pequeña contra su cara. Maú, sin dejar de sonreír, interpuso entre ellas la base del cisne y llevándolo hasta la nariz de la mamá exclamó:

—¡Humm, ico!

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http://www.mincultura.gov.co/areas/artes/publicaciones/Documents/Antolog%c3%ada%20Relata%202017.pdf

Descargar libro completo aquí
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Sonia Emilce García Sánchez 

Envigado, Antioquia, 1967
Licenciada en Educación Especial de la Universidad de Antioquia. Asesora pedagógica.  Actualmente es participande del taller de creación literaria Comedal y del Taller de Historias de la Red de talleres Relata.

Ha publicado El zoocielo (2014) Un regalo inusual (2016). "Corazón valiente" (2018) “El lápiz labial de mamá” hace parte varios cuentos cortos sobre Maú Down. Algunos de ellos se han publicado en Cuentos para toda clase de niños, de la colección Palabras Rodantes de Comfama y el Metro de Medellín (“Un regalo del cielo”); en la revista digital Gotas de Tinta (revista digital); Antología del taller de escritores, Universidad de Antioquia y Asmedas; Antología del taller de escritores de la Universidad de Antioquia y trabajos del taller II.  Su ultima publicación fue un delicioso cuento "Una silueta para Maú"







miércoles, 18 de mayo de 2022

Ser escritor, segun Abelardo Castillo

A continuación una recopilación de textos que encontré en la red.  Se trata de una serie de consejos dados por Abelardo Castillo para ser escritor. 





PARA SER ESCRITOR

- Podrás beber, fumar o drogarte. Podrás ser loco, homosexual, manco o epiléptico. Lo único que se precisa para escribir buenos libros es ser un buen escritor. Eso sí, te aconsejo no escribir drogado ni borracho ni haciendo el amor con la mano que te falta ni en mitad de un ataque de epilepsia o de locura.

- Un albañil puede habitar la casa que construye, decía más o menos Sartre, un sastre usar el traje que ha hecho: un escritor no puede ser lector de su propio libro. Un libro es lo que los lectores ponen en él. Ningún escritor puede agregar un sentido nuevo a sus propias palabras. Si puede hacerlo, debería escribir el libro otra vez.

- Lo mejor que se ha dicho sobre el cuento es lo que Edgar Poe escribió en su ensayo sobre Nathaniel Hawthorne. No pienso facilitarte las cosas reproduciéndolo. Tendrás que encontrarlo solo. Un escritor es un buscador de tesoros. Los descubre o no. Esa es la única diferencia entre la biblioteca de un escritor y el mueble del mismo nombre de las personas llamadas cultas.

- Podrás corregir tus textos o no corregirlos. Toltstoi escribió siete veces Guerra y Paz; Stendhal terminó La Cartuja de Parma en cincuenta y dos días. El único problema es cómo se las arregla uno para ser Toltstoi o Stendhal.


- Cuidado con las computadoras. Todo se ve tan prolijo que parece bien escrito.

- Nadie escribió nunca un libro. Sólo se escriben borradores. Un gran escritor es el que escribe el borrador más hermoso.

- Los novelistas y los editores creen que una novela es más importante que un cuento. No les creas. Sólo es más larga.

- Los cuentistas afirman que el cuento es el género más difícil. Tampoco les creas. Sólo es más corto. El cuento es difícil únicamente para aquellos que nunca deberían intentarlo. Para Poe era facilísimo, para Cortázar, Chéjov o Hemingway también.

- No intentes ser original ni llamar la atención. Para conseguir eso no hace falta escribir cuentos o novelas, basta con salir desnudo a la calle.

- Podrás escribir: "Volvió a verla tres días más tarde", pero sólo a condición de saber perfectamente (aunque no lo digas) qué le pasó a tu personaje en esos tres días, y por qué fueron tres días y no una semana o un año.

- No es lo mismo ambigüedad que confusión. Una historia debe tener siempre un único final. Si quisiste sugerir dos o más desenlaces, esos desenlaces son un único final: se llama ambigüedad. Si nadie entiende ni medio se llama confusión.

- No describas sino lo esencial. La posición de un pie, en casi todos los casos, es más importante que el color de los zapatos.

- Lo que llamamos estilo sucede más allá de la gramática. No es lo mismo decir: "ahí está la ventana" que "la ventana está ahí". En un caso se privilegia el espacio; en el otro, el objeto. Toda sintaxis es una concepción del mundo.

- En el origen del conocimiento y de la literatura está el acto de contar. La crítica de la razón pura nos cuenta lo que Kant pensaba de los límites de la razón; los versos de La Eneida, la epopeya del Lacio; el teorema de Pitágoras, el cuadrado de la hipotenusa. El hombre es el único animal que cuenta.

- Cortázar solía decir que empezaba sus cuentos sin saber adónde iba. No le creas. En sus mejores cuentos lo sabía perfectamente, aunque no supiera que lo sabía.

- Los grandes novelistas aconsejan ignorar el final de la historia, no tener nada claro qué hará el personaje en el próximo capítulo, no atarse a un plan previo. A ellos sí podrás creerles, pero con moderación. Digamos, hasta llegar a la página 150. Más allá de eso, saber tan poco de tu propio libro ya es mera imbecilidad.

- Cuidado con Borges, Kafka, Proust, Joyce, Arlt, Bernhard. Cuidado con esas prosas deslumbrantes o esos universos demasiado intensos. Se pegan a tus palabras como lapas. Esa gente no escribía así: era así.


- Lo que dice Borges sobre los sinónimos es verdad: no existen. Can no es lo mismo que perro ni la palabra ramera tiene la dignidad de la palabra puta. Pero yo te recomiendo un buen diccionario de sinónimos. Uno quiere escribir: "habló en voz baja". Como eso no le gusta lo reemplaza por "voz queda", que es espantoso. Hojea el diccionario de sinónimos al azar y en cualquier parte encuentra la palabra pálida. Entonces escribe: "habló con voz pálida", lo que está muy bien.

- Nunca adjetives en orden decreciente, nunca digas: "Era una montaña titánica, enorme, alta". Si no te das cuenta por qué, nadie puede ayudarte. Si adjetivaste en la dirección correcta tampoco te creas un gran estilista. Tal vez buscabas el último adjetivo y te olvidaste de borrar los otros dos.

- Nunca escribas que alguien tomó algo con ambas manos. Basta con escribir las manos y a veces es suficiente una sola. La gente en general tiene cara, no rostro. No asciende las escaleras, sube por ellas. No penetra a las recámaras, entra en los dormitorios. Evitarás los ventanales y sobre todo los grandes ventanales. Dicho sea de paso, las ventanas no son de cristal, son de vidrio. Lo mismo los vasos. No digas que alguien empezó a cantar o a vestirse si no estás dispuesto a que termine de hacerlo. En los libros la gente empieza a reírse o a llorar en la página 3 y da la impresión de seguir así hasta que se muere. Sé ahorrativo: si lo que viene al galope es un jinete, no hace falta el caballo. La inversa no se cumple. La palabra caballo viene misteriosamente sin jinete.

- En general cuesta tanto trabajo escribir una gran novela como una novela idiota. El esfuerzo, la pasión, el dolor, no garantizan nada. Es desagradable pero es así. No abandones la cama sin pensar en esto.

- No cualquier cosa, por el mero hecho de haberte sucedido, es interesante para otro. Esto vale tanto para escribir como para conversar.

- No defiendas tu libro argumentando que los críticos son escritores frustrados. Lo verdaderamente peligroso de un crítico es que sea un crítico frustrado.

- Leer una gran novela o un gran cuento es tan hermoso como haberlos escrito. Si nunca lo sentiste, no escribas ficciones ni, por el amor de Dios, te dediques a la crítica literaria.

- No publiques todas las estupideces que escribas. Tu viuda se encargará de eso.

- No creas en las máximas de los escritores. Tampoco en éstas. Lo que cautiva de una máxima es su brevedad; es decir, lo único que no tiene nada que ver con la verdad de una idea.


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Ser escritor recoge escritos breves del argentino Abelardo Castillo (1935-2017), dramaturgo, cuentista notable, formador de escritores en talleres literarios. El libro, editado por Seix Barral,  incluye perfiles de escritores, consejos, memoria sobre el oficio, anécdotas, críticas.

miércoles, 11 de mayo de 2022

Decálogo arbitrario para aspirantes a escritores. Emilio Alberto Restrepo

 DECÁLOGO ARBITRARIO PARA ASPIRANTES A ESCRITORES


Por Emilio Alberto Restrepo*

A raíz de una conversación que sostuvimos, motivada por la publicación de la colección de decálogos y consejos de escritores que a manera de listas he venido guardando con los años y recopilada en mis blogs, algunos muchachos me lanzaron la inquietud: ¿Qué tan valiosos eran los famosos decálogos para escritores, hasta dónde servían, qué tan válido era apegarse a ellos como si se trataran, de unas «tablas de la ley»?

Estábamos con unos estudiantes en la Parada Literaria Juvenil que se realizó en Medellín, algunos eran de bachillerato, otros universitarios, y había alguno que otro veterano matando el tiempo mientras cumplía una cita. Pero el reto, al mismo tiempo conclusión, fue claro: cada cual debía regirse por sus propias normas, cada uno debía decantar su propio código, cada cual tenía que reinventarse a sí mismo; total, nadie iba a responder por uno.

Entonces nos pusimos el ejercicio de diseñar cada uno su propio «manual de instrucciones», su propia lista y para efectos metodológicos, se sugerían 10 puntos, para asuntos de orden y concisión. Acá cumplo con mi tarea. Trato de creer en esos principios, no sé si dentro de unos días piense lo mismo, pero ahí vamos.

1. Mira el mundo, escúchalo, huélelo: en todo lo que pasa alrededor, hay una historia potencial gritando por ser descubierta, contada o tergiversada. Si quieres ser escritor, no pierdas ninguna oportunidad. Si no la ves, invéntala, de todas formas allí está.

2. Toma apuntes, la memoria es frágil. Para hacerlo, carga una libreta, una agenda, una grabadora de periodista. Si no lo haces, más de la mitad de las cosas que hoy te llaman la atención, mañana se volverán polvo de olvido. Si lo haces, siempre podrás volver sobre el apunte y tarde o temprano te servirá para elaborar un texto, para cubrir un espacio, para resolver una situación o para tomar una pequeña venganza.

3. Escribe, escribe, escribe. Lo que sea; ojalá con método e intención, pero si no, con intuición y anarquía. Muchas veces de estos últimos intentos, al escarbar se encuentra un diamante dentro de la basura.

4. Durante las épocas de sequía creativa, los mejores recursos para escamparse son: el cine, ver todas las películas posibles, sobre todo las clásicas, basadas en guiones poderosos llenos de historias vigorosas e imaginativas sin sobrecarga de efectos especiales; leer y leer, tratando de entender las costuras con que los maestros hicieron obras memorables y los no tan brillantes desaprovecharon buenas ideas; vivir, amar, pensar, hacer ejercicio y no auto-compadecerse, lamentándose de estar viviendo el cacareado «síndrome de la página en blanco».

5. No tengas miedos ni temores: puedes ser fiel retratista de la realidad, o combinar la ficción con sucesos reales, o inventarte una situación alternativa jugando un poco a ser un dios imperfecto. Es una cuestión de gustos personales. En literatura, más que en otras áreas, es cierto aquello de «piensa mal y acertarás». No le tengas miedo a la mentira, a la distorsión, al chisme, al mal pensamiento, a la calumnia… Siempre un nombre podrá ser cambiado, siempre podrás jurar en falso, siempre te podrás retractar o no, siempre podrás pedir disculpas. Lo importante es escribir. El infierno se encargará del resto.



6. Corrige, corrige, corrige. En caliente o en frío. Castiga los adjetivos, los adverbios y los adornos innecesarios o excesivos. Usa el buscador del computador para las palabras repetidas muchas veces. Pisa con cuidado la delgada línea de la gramática y la ortografía, que castigan con rigor los textos, a pesar de su calidad literaria.

7. Si puedes, busca un buen Taller de Escritores. Los genios silvestres que nacen y se hacen por generación espontánea son muy escasos, unas pocas decenas por siglo. Lo importante en ellos es el profesor, alguien con experiencia que genere confianza en el alumno y le refuerce la técnica para superar las debilidades, estimulando las virtudes individuales de cada uno. Hay que ir con la mente abierta y la autoestima en su punto, pues en los buenos talleres, son más las críticas que los halagos, las reprimendas que los aplausos, las deserciones que la continuidad. Sólo los obstinados, que casi siempre son los que persisten y van haciendo obra, sobreviven a las tormentas —y tormentos— del ego.

8. Detecta los concursos honestos y que se adapten a tu obra. No escribas para ellos, pero si puedes, participa con intenciones de ganar. Si no ganas, te debes blindar para que no importe y de todas formas seguir escribiendo. Son más los que se pierden, siempre saldrán nuevas convocatorias y nadie ha podido entender lo que pasa por la cabeza de los jurados. Es un completo azar, y ganar puede servir, pero perder no descalifica ni debe acabar con la motivación de un escritor. Si ganas, hay publicación, dinero y reconocimiento. Un premio te puede resucitar la obra anterior y generar un nuevo interés en potenciales lectores y editores.

9. Las ideas no son de nadie, el conocimiento es universal, la cultura está globalizada. Pero cuidado, el plagio es un pecado, mortal e inadmisible. Todo es susceptible de servir de inspiración, una buena canción, una mala película, una historia coja, un poema memorable. Todo admite continuaciones, variantes, segundas miradas, terceras opiniones, otras perspectivas. En literatura no hay cadáveres definitivos ni hornos crematorios que destruyan los rastros. Todo es cuestión de respeto, lenguaje y perspectiva. Lo importante es el estilo, el sello personal, ese aire individual que hace la diferencia.

10. No te creas el cuento de la fama, que es evanescente y pasajera, pero tiene el peligro de ser adictiva y enceguecedora. No niegues un consejo a tiempo a quien lo necesita y te mira con ansiedad; no eludas ni pospongas una buena conversación y aunque pienses que te están succionando tus trucos, considéralo un halago. No te marees con el éxito ni con el fracaso. Los libros están ahí, alguien los valora y otros los desprecian, pero a la mayoría les son indiferentes. Comparte con generosidad tus memorias, tus archivos, tus colecciones, incluso a los que han sido mezquinos contigo. Así estás sembrando un camino de recompensas, de ideas. O de rechazo y traición, tampoco importa mucho. En el fondo se trata de vivir, de sentir. El resto vale menos. Y recuerda que al final todos vamos a terminar en poder de los gusanos.

CODA. Recomendación final: Lee todos los decálogos, escucha y repasa todos los consejos, reflexiona sobre lo que han dicho otros más viejos o más sabios o más exitosos. Por lo menos te divertirás haciéndolo, aunque no cuentes con volverte un portento genial por hacerlo. Pero no creas en todo lo que dicen, no hay fórmulas mágicas. Cada uno se rasca su propio trasero como puede. Al final, eres el único que responde, nadie te va a dar la mano si no funciona. Con decálogo o sin él, ten en cuenta que los libros se defienden o se hunden solos, el tiempo no perdona y una moda siempre desplaza a otra.


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El presente texto hace parte del libro «20 escritores colombianos nos revelan sus secretos de creación», publicado por Editorial libros para pensar, en diciembre de 2020. www.librosparapensar.com Correo-e: edicion@librosparapensar.com

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* Emilio Alberto Restrepo. Médico, especialista en Gineco-obstetricia y en Laparoscopia Ginecológica (Universidad Pontificia Bolivariana, Universidad de Antioquia, CES, Respectivamente). Profesor, conferencista de su especialidad. Autor de cerca de 20 artículos médicos. Ha sido colaborador de los periódicos la hoja, cambio, el mundo, y Momento Médico, Universo Centro. Tiene publicados los libros «textos para pervertir a la juventud», ganador de un concurso de poesía en la Universidad de Antioquia (dos ediciones) y la novela «Los círculos perpetuos», finalista en el concurso de novela breve «Álvaro Cepeda Samudio» (cuatro ediciones). Ganador de la III convocatoria de proyectos culturales del Municipio de Medellín con la novela «El pabellón de la mandrágora», (2 ediciones). Actualmente circulan sus novelas «La milonga del bandido» y «Qué me queda de ti sino el olvido», 2da edición, ganadora del concurso de novela talentos ciudad de Envigado, 2008. Actualmente circula su novela «Crónica de un proceso» publicada por la Universidad CES. En 2012, ediciones b publicó un libro con 2 novelas cortas de género negro: «Después de Isabel, el infierno» y «¿Alguien ha visto el entierro de un chino?» En 2013 publicó «De cómo les creció el cuello a las jirafas». Este libro fue seleccionado por Uranito Ediciones de Argentina para su publicación, en una convocatoria internacional que pretendía lanzar textos novedosos en la colección «Pequeños Lectores», dirigido a un público infantil. Fue distribuido en toda América Latina. Ganador en 2016 de las becas de presupuesto participativo del Municipio de Medellín, con su colección de cuentos Gamberros S.A. que recoge una colección de historias de pícaros, pillos y malevos. Con la Editorial UPB ha publicado desde 2015 4 novelas de su personaje, el detective Joaquín Tornado. En 2018 publicó su novela «Y nos robaron la clínica», con Sílaba editores.

Blogs: www.emiliorestrepo.blogspot.comwww.decalogosliterarios.blogspot.com

Serie de YouTube Consejos a un joven colega.

Cuentos Leídos por el autor: https://emiliorestrepo.blogspot.com/2015/06/cuentos-leidos.html

Twitter: @emilioarestrepo

miércoles, 4 de mayo de 2022

El origen de los signos zodiacales


A todos nos encantan las estrellas y las constelaciones, a algunos les gustan por la parte científica, a otros por la astrología y a otros solo nos gusta verlas. ¿Pero, alguna vez nos hemos preguntado cuál es la historia de estas constelaciones y qué simbolizan realmente?

Bueno, la historia de muchas de estas constelaciones se remonta a la antigua Grecia y Roma, a su mitología. Las personas descubrían “figuras” en el cielo y le daban un mito o significado, por ejemplo: “¿Esas tres estrellas de ahí? Ah, sí, eso es una cabra”; cosas así.

Si les habláramos del significado de cada una de las ochenta y ocho constelaciones que hay en el cielo nos demoraríamos eternidades. Así que, solo trataremos doce, las más importantes y famosas, los signos del zodiaco.

Empecemos con una pequeña introducción. El zodiaco se llama así porque once de las doce constelaciones que hay en él representan animales o humanos (Libra se coló, ya lo explicaremos más adelante). Zoo significa animal en griego y diakos es camino. O sea, que el zodiaco es “el camino de los animales” o “rueda de los animales” en otras versiones. Hay conceptos similares en todas las culturas y todas tienen animales diferentes, como los mayas. Pero hoy les hablaremos del zodiaco griego y las historias de sus constelaciones, ya que es un tema de tanto interés. ¡Empecemos!

 

Aries:

Aries es el primer signo del zodiaco. Según la astrología Aries representa a un carnero (oveja macho). Aries es, en efecto, un carnero en la mitología griega, pero no cualquier carnero. La historia cuenta que Atamante era un rey de Tesalia (una región de Grecia) que tenía dos hijos, Frixo y Hele.

Tras quedar viudo, el rey se casó de nuevo con una mujer llamada Ino. El reino cae en una terrible época de hambre y pobreza, y claro, ¿qué se le ocurre a Ino? ¡Sacrificar a los hijos del rey, por supuesto! Después de todo estaba celosa de ellos. Los dioses se apiadan de la princesa y el príncipe, y Hermes, el dios mensajero, decide enviarle a un carnero alado con lana de oro (sí, Aries tiene alas). Hele y Frixo huyen a Asia en el lomo del carnero. Pero, durante el trayecto, Hele cae al mar ¿y... Aries fue por ella a salvarla? No, no lo hizo, la pobre Hele se ahogó en el mar al que más tarde le dieron su nombre: Helesponto (mar de Hele). Frixo llega a un reino llamado la Cólquida, donde su rey Eetes lo acoge y lo deja casarse con una de sus hijas. Y en “agradecimiento” Frixo sacrifica al carnero y le ofrece su lana o vellocino al rey, para que luego fuera robado por Jasón y los argonautas.

Se dice que el nombre real de Aries (el carnero) era Crisómalo y que era hijo de Poseidón. La estrella más brillante de esta constelación se llama Hamal o Hemal. Aries fue puesto en las estrellas por Zeus.

 

Tauro:

La historia de tauro no es tan interesante y de hecho ni siquiera tiene una sola historia, pues, hay demasiados toros y vacas en toda la mitología, así que, cuál de todas ellas representa no está muy claro.

     Una teoría es que es la forma que adoptó Zeus para seducir a Europa, una princesa.

     Otra versión dice que Tauro es Ío (otra de las miles de amantes de Zeus) convertida en vaca por él para evitar que Hera se enterase de que estaban juntos.

     Y la versión más aceptada y famosa es que Tauro es el toro de Creta, el padre del minotauro.

Incluso, hay otras versiones desde la mitología babilónica, al parecer en esa época había una extraña obsesión por las vacas extraordinarias: Vacas rojas, vacas gigantes, gente que se vuelve vaca, dioses vaca, vacas sagradas, vacas, vacas, vacas.


La estrella más brillante de Tauro es Aldebarán.

 

Géminis:

Ahora, esta historia SÍ que es interesante. Géminis, o los gemelos es la tercera constelación del zodiaco. Estos “gemelos” son Cástor y Pólux...aunque el termino más apropiado seria CUATRILLIZOS ya que sus otras dos hermanas son Clitemnestra y Helena...sí, Helena de Troya. Se dice que los hermanos nacieron de un huevo que puso Leda, reina de Esparta...sí, de un huevo. Resulta que la reina tuvo una aventura con Zeus que se había convertido en cisne (de esas cosas que suelen pasar en la mitología griega). Clitemnestra y Cástor eran mortales, mientras Pólux y Helena eran inmortales. Cástor y Pólux eran grandes aventureros. Cástor era famoso por ser bueno con los caballos y Pólux por sus habilidades de combate. Los hermanos raptaron a las hijas de un rey para casarse con ellas (en vez de simplemente salvar el reino de cualquier catástrofe y esperar que el rey los dejara casarse con alguna de ellas como los otros héroes) y por esto los pretendientes de las chicas decidieron matar a Cástor. Pólux, que era inmortal, logró convencer a su padre Zeus de que le diera a Cástor este don también. Desde entonces los dos se alternaban como dioses en el olimpo y como muertos en el inframundo. Las dos estrellas más brillantes de Géminis se llaman justamente Cástor y Pólux en su honor.

 

Cáncer:

En la opinión de la escritora, Cáncer en realidad se robó el puesto de Hidra como signo del zodiaco, y aquí les explicamos por qué.

Todos hemos oído hablar alguna vez de Hércules o más bien, Heracles (Hércules fue el nombre que les dieron los copiones de los romanos, lo mismo sucede con “Ulises” y “Odiseo” o “Cupido” y “Eros”) La historia más famosa de Heracles fue la de sus doce trabajos o misiones. Una de estas misiones (la segunda de hecho) fue matar a la Hidra de

Lerna. La hidra era una bestia terrible, una serpiente gigante de siete cabezas, si le cortabas una le salían dos más. Además, su aliento era venenoso y su sangre lo era el doble. Heracles necesitó ayuda para este trabajo y tuvo que pelear con un paño como tapabocas, sí, con tapabocas. En algunas versiones (ni siquiera es la original) Hera, que odiaba a Heracles y era la que le ponía los trabajos, mandó a un cangrejo a que le picara los pies para distraerlo y darle a la hidra una oportunidad de matarlo...pero, Heracles aplastó al cangrejo en un segundo...Tanto Hidra como Cáncer (el cangrejo) fueron mandados a las constelaciones después de que Heracles los matara. Pero ¿a quién le dieron el puesto de signo del zodiaco? ¿a la hidra? ¿a la que sufrió y le cortaron varias cabezas y además le quemaron los cuellos para que no pudiera regenerarse? ¿a la realmente poderosa? ¿A LA QUE HIZO TODO EL TRABAJO? No, se lo dieron al cangrejito que mataron en un segundo, a ese le dieron el puesto.

La estrella más brillante de cáncer se llama Altarf.


Leo:

La historia de Leo es también muy interesante, y está relacionada con la de hidra.

Esta historia también tiene que ver con Heracles. De hecho, fue primero la historia de Leo que la de Cáncer e hidra. Leo representa al León de Nemea, un felino gigante e invencible, ningún arma podía herirlo o atravesarlo pues su piel era durísima. El león de nemea y la hidra eran hermanos (por eso Hidra estaba tan enojada con Hércules, ¡mató a su hermano!) Hércules fue a enfrentarse con el león. La cueva donde este vivía tenía dos entradas, Hércules tapó una de ellas y lo acorraló. Como era imposible matarlo con armas, Hércules lo estranguló. Además de matarlo, Hércules tenía que quitarle la piel al pobre león (como ya pueden ver, en esa época no eran muy petfriendly) Atenea, la diosa de la sabiduría a la que le encantaba ayudar a los héroes, fue disfrazada como anciana y le dijo a Hércules que las mejores armas para quitarle al león su piel, eran sus propias garras. Así lo hizo Hércules y usó la piel del león como escudo.

La estrella más brillante de leo se llama Regulus.

 

Virgo:

Si eres virgo, felicitaciones, te representa una diosa. Virgo representa a Astrea, una diosa de la justicia hija de Zeus y de Temis. Astrea es la justicia para los hombres, y es de esas diosas como Artemisa, Atenea y Hestia que decidieron quedarse vírgenes y que dijeron “no, qué asco los hombres”. Hubo un momento en el que Astrea se cansó de lo humanos porque el mundo era horrible, y en vez de ayudar con su poder, decidió irse a las estrellas como la constelación de Virgo, la virgen.

La estrella más brillante de Virgo es Espiga o Spica.

 

Libra:

Y ahora libra, o más bien, la colada que no debería hacer parte de este conjunto. Como ya sabemos libra representa una balanza...que definitivamente no es un animal o un ser humano, por lo tanto, no cumple con la parte del “zoo” en zodiaco. Pero ¡adivinen de quién es esa balanza! Pista: es una diosa de la justicia. Así es, libra es la balanza de Astrea, virgo. Resulta que Libra no siempre estuvo ahí. De hecho, la constelación fue creada en Roma, donde Julio César ordenó crear una constelación para él. Libra se formó a partir de las pinzas de escorpio y se hizo eliminar a Ofiuco del zodiaco para mantener doce signos. Por eso libra no representa a un animal, con el tiempo se le dejó de asociar a Julio César y en cambio se le asocio a Astrea, que sí, no tiene una, sino dos constelaciones para ella sola.

La estrella más brillante de libra se llama Zubeneschamali o β Librae.

 

Escorpio:

La historia de escorpio tiene muchas versiones, pero, todas acaban igual.

Una de las versiones es que Orión, se jactaba de ser mejor cazador que Artemisa, diosa de la caza, y que además iba a acabar con todos los animales. Artemisa, enfadada le mandó un escorpión gigante para picarlo, y así lo hizo. Otra versión cuenta que fue Gea, la tierra y madre de los animales, la que mandó el escorpión a Orión. Otra versión cuenta que Artemisa (que odiaba a los hombres, había prometido quedarse virgen y no dejaba a sus cazadoras tener novio) se enamoró de Orión, pero este fue seducido por Eos (personificación de la aurora o el amanecer). Artemisa, triste y celosa mandó un escorpión a matarlo, otras fuentes dicen que fue su hermano, Apolo, el que envió el escorpión al ver el daño que le había hecho Orión a su hermana. El escorpión en agradecimiento fue puesto en las estrellas como la constelación de Escorpio, lo mismo con Orión. Las constelaciones de Escorpio y Orión están puestas en el cielo de forma que parece que escorpio persigue a Orión y él está huyendo.




La estrella más brillante de escorpio se llama Antares.

 

Sagitario:

No está claro el origen de sagitario. Algunos afirman que ni siquiera representa un centauro sino un sátiro (hombre con patas de cabra) otras teorías dicen que se trata de Quirón, un centauro que enseñaba música, arte, caza, medicina, ética y moral y además entrenaba a muchos de los héroes más celebres de la mitología griega como Aquiles, Jasón e incluso a Cástor y Pólux.

Se dice que nuestro querido Hércules, accidentalmente le tiró a Quirón una flecha con la sangre de la hidra, que como ya dijimos, es letal. Quirón renunció a su inmortalidad para liberarse del dolor y cuando murió fue puesto en las estrellas como la constelación de Sagitario.

Kaus Australis es la estrella más brillante de sagitario.

 

 Capricornio:

Sí, capricornio es una cabra, pero al igual que Aries, no es cualquier cabra. ¡Es una cabra sirena! O una ninfa en otras versiones...o las dos.

Amaltea fue la nodriza de Zeus cuando este era un bebé. Se dice que esta era una cabra con cola de pez o una ninfa náyade (ninfas de los ríos, lagos, manantiales). O una ninfa que tenía una cabra de la que sacaba la leche para alimentar a Zeus. Amaltea alimentó a Zeus con la leche de la cabra y miel. Un día la cabra o Amaltea se rompió un cuerno y las otras ninfas o ella misma lo llenaron con hierbas y frutas para alimentar a Zeus. El cuerno tenía el poder de dar comida y bebida ilimitada. Amaltea fue puesta en la constelación de capricornio.

 

Acuario:

La constelación de acuario representa a Ganimedes, un príncipe de Troya de mucha belleza. Cuando Zeus lo vio se enamoró casi inmediatamente de él y se convirtió en Águila para llevárselo al Olimpo y hacerlo su amante. Zeus se lo llevó con la excusa de hacerlo copero de los dioses, o sea el que les sirve el agua y las bebidas, que era el antiguo trabajo de Hebe, diosa de la juventud (Hebe fue despedida porque se tropezó y le cayó el agua encima, haciendo su vestido completamente transparente). Todos los dioses se pusieron felices y recibieron a Ganimedes. Excepto Hera, la esposa de Zeus...que era más bien tóxica. Zeus volvió a Ganimedes inmortal y lo puso en el cielo como la constelación de Acuario.

Sadalsuud es la estrella más brillante de Acuario.

 

Piscis

Tifón era una bestia enorme que estuvo a punto de acabar con el olimpo, era aterrador y es el padre de muchas de las bestias de la mitología griega. Afrodita y su hijo Eros, como muchos otros dioses, decidieron huir del olimpo. Afrodita sabía que podían huir por el agua, tomó a Eros, se metieron al Agua y se volvieron peces. Para no separarse se ataron con una cuerda y esta forma suya fue plasmada en las estrellas como la constelación de piscis.

La estrella más brillante de piscis es Alpherg.

 

Y eso sería todo por hoy con nuestra sección de datos curiosos, esperamos que les haya gustado y que haya sido de su interés. Muchas gracias.


Escrito por :Abril Mejía Ramírez

Mayo 2022


miércoles, 27 de abril de 2022

Literatura Infantil. Reflexiones

 LITERATURA INFANTIL


No es lo mismo escribir sobre niños que escribir para niños.

Escribir para niños implica tener varios elementos en cuenta: Yo puedo contar la historia de Caperucita roja (por poner un ejemplo conocido) iniciando con su madre que le da unos pastelitos para que se los lleve a la abuela. Puedo describir la capa roja, narrar su camino por el bosque hasta llegar a la casa de la abuela (que, por cierto, ¿a qué clase de abuela se le ocurre vivir sola en un bosque?), puedo relatar cómo le da los pastelitos a la abuela y los comen juntas. Hasta ahí estoy contando un cuento con niños.

Incluso, si Caperucita se encuentra con el lobo en el camino, y este le propone conversación, no hay un cuento infantil. Sigue siendo el cuento de una niña que va a llevarle pasteles a la abuelita y se encuentra con el lobo.


Lo que hace infantil ese cuento (es decir, lo hace para niños) es que el lector (el adulto, o el pequeño lector) supone que algo que va a pasar. Hay una expectativa. No es un lobo bueno. Desde el principio se intuye que el lobo se la comerá. ―Desde antes de los hermanos Grimm, se esperaba que el lobo se comiera a la gente
. El cuento infantil genera expectativa. Promete un riesgo, un peligro para el protagonista. En el cuento infantil se da lo que se ha denominado “el viaje del héroe”. Incluso, cuando se supera un peligro, surge otro. En Caperucita, hay un encuentro con el lobo, pero éste no se la come allí; se la comerá después. En Hansel y Grethel, logran devolverse la primera vez a través de las migas de pan, y vuelve a surgir otro peligro: otro viaje al bosque y se pierden… y cuando encuentran la casita de dulce (y todo parece resuelto) aparece el peligro de la bruja…


En un cuento infantil hay expectativa y emoción. Hay intriga. En un relato infantil hay fantasía. Ya sea que las cosas sucedan en un mundo mágico o sucedan en un ambiente terrenal: En un cuento infantil el niño debe fantasear sobre lo que podría pasar, mucho antes de que sucedan las cosas. En el cuento infantil debe haber asombro constante. No solo al final.

Cuando el lobo se aparece a Caperucita, un niño que nunca ha escuchado el cuento puede imaginar que el lobo se la comerá allí mismo en el bosque. El solo encuentro ya genera tensión. Viene luego el asombro cuando descubre que el lobo no se la va a comer allí, sino que la engañará. Más adelante, cuando Caperucita toca la puerta y le responde una voz ronca, el niño quiere advertir a Caperucita que no entre… ¡No entres, que adentro hay un lobo! Y luego, cuando la protagonista encuentra que su abuelita está “un poco rara”, hay intriga, temor, miedo… El pequeño lector sabe que en cualquier momento pasará algo.
Lo maravilloso de éste cuento es que sabe mantener el suspenso… “que orejas tan largas tienes, abuelita…” “Que manos tan grandes tienes, abuelita…”. Como ven, en el cuento infantil se mantiene un suspenso constante. El niño sabe que algo va a pasar en cualquier momento, lo intuye… su imaginación está funcionando al máximo, pensando y anticipando cualquier desenlace.

Si tomamos el cuento de Blanca Nieves, no basta con que ella se encuentre con los enanos y ellos la inviten a su casa. Un cuento “con niños como protagonistas” (que es diferente a un cuento para niños), simplemente diría que la princesa se encontró con unos enanos y ellos la refugian en su casa. En el verdadero cuento infantil, hay un suspenso especial con el hecho de que ella encuentre su cabaña antes que a los enanos. Se topa con unos pequeños platos de sopa… unas sillas pequeñas, unas camas pequeñas… Esto genera expectativa en el niño (“¿De quiénes son? ¿Qué irá a pasar si llegan los dueños?”). Hay asombro con lo que la heroína descubre.

En la novela Momo, de Michael Ende, la protagonista se entera que hay unos hombres grises que le roban el tiempo a los hombres y se ve enfrentada a ellos con la ayuda de Casiopea, una tortuga que predice el futuro. En la Historia Interminable, Bastián Baltasar Bux roba un libro y lee la historia de Atreyu, el héroe que quiere salvar la vida de la Emperatriz Infantil; a cada instante hay una aventura. En el Misterio del Solitario de Jostein Gaarder, el pequeño protagonista, Hans Thomas, recibe una lupa de un enano en una estación de gasolina y le advierte que no la debe perder. Mas adelante al comprar un pastel, encuentra al morderlo, que en su interior hay un pequeño libro que sólo podría ser leído con ayuda de una lupa que, misteriosamente, kilómetros atrás, le dio un enano. ¡Eso es literatura infantil! Mantener el asombro a lo largo de toda la historia. No solo al final.


Ahora veamos: Oliver Twist, de Charles Dickens habla de niños. Cuenta historias de personajes infantiles, pero no tiene la fantasía que esperaría un niño. ¿Hay intriga? ¡Claro! ¿Hay expectativa? ¡Por supuesto! Pero la intriga no va dirigida al niño lector sino al adulto (que alguna vez fue niño) y quiere saber el final de la historia (permítanme subrayar la palabra “FINAL”). El hecho de que un libro o un relato cuente la historia de un niño, no quiere decir que sea literatura infantil. Un diario que escribe un niño, como en la obra "Corazón" de Edmundo de Amicis, puede ser un texto muy bello y bien contado. Puede estimular las mentes juveniles, pero no es literatura infantil. 


Herman Hesse tiene un hermoso relato que se llama “Alma de niño”. En él, se aborda una historia de un niño, contada en primera persona, que durante unos días sufre las penurias de tener un secreto, y el sentimiento de culpa por haber hecho algo que no debía. Es un relato bellísimo y fiel de los pensamientos de un niño que sabe que hizo algo malo y teme ser castigado. Sin embargo, no hay ninguna intriga que lleve a fantasear al lector infantil sobre lo que puede pasar. Simplemente el relato lleva al lector directo hacia el final y en muy pocas ocasiones permite que el lector sueñe e imagine posibilidades. 

Un relato infantil tampoco se mide por el tipo de lenguaje. No es necesario que un relato infantil tenga solo palabras sencillas o que sea meloso. La literatura infantil puede construirse con lenguaje de adulto. Se ha visto que los niños están incluso más capacitados que los mayores para entender significados. No es el tipo de palabras las que determinan que un relato sea para niños. Es lo que narra y la forma como se conduce, lo que lo convierte en literatura infantil. Un relato infantil debe tener múltiples posibilidades de desarrollo de la historia. Cada “punto y aparte” debe ser una invitación a imaginar posibilidades para el personaje que se narra. Cada nuevo párrafo debe prometer aventura.


En un relato infantil, no se va de “A” a “B” de manera simple. En un buen relato infantil se parte de “A”, y se hace creer que llegará a B. El lector debe intuir que algo pasará antes, prever que se podía perder el camino y llegar a “M” o caerse en un hueco y llegar a “H”. Incluso maravillarse porque no ocurrió nada de eso y sí llegó efectivamente a “B” a pesar de que pudieran haber pasado muchas cosas en el ínterin. El viaje del héroe está lleno de tropiezos (o puede estarlo) y eso es lo que espera un niño: ¡Aventuras! Si el relato no plantea una aventura pierde interés para el niño. No basta que al final se descubra que hubo, en retrospectiva, una aventura. El lector infantil debe esperar la aventura desde antes de que ocurra. A eso se llama "anticipación" y debe estar presente en cada cuento infantil: La invitación al lector a que trate de imaginar lo que pasará. 


La literatura infantil plantea eso: en cada lectura siempre habrá otra posibilidad de desarrollo. Cada re-lectura debe permitir imaginar algo que no se había imaginado antes. Descubrir algo que no se había descubierto. Generar una emoción que cada día sea nueva. ¿Abuelita… por qué tienes los dientes tan grandes? Cada vez que se pronuncien estas palabras, deben generar nuevas emociones.


En mi opinion, un relato infantil debe confrontar permanentemente al niño, llevándolo al límite de las posibilidades. ¿Qué es lo que va a pasar?, y cuando eso no pase, volver a retarle… ¿Qué sucederá después? ¿Podría pasar algo distinto al protagonista del cuento? ¿sucederá lo que me imagino, o sucederá algo imprevisto, que aún no he imaginado? La literatura infantil debe cumplir con una promesa: habrá aventura. Y debe ser tan interesante la aventura planteada, o al menos sugerida, que el niño, a la noche siguiente diga: ¿Me lo cuentas otra vez?

Carlos Alberto Velásquez Córdoba



Nota aclaratoria: 
El texto anterior hace parte de una serie de reflexiones en torno a la literatura.  Son opiniones de un lector que disfruta  de escribir y ha decidido exponer sus puntos de vista.  No necesariamente son conceptos académicos especializados y no deben ser tomados como verdades absolutas.  El lector de esta página es libre de estar de acuerdo, o en desacuerdo, con las opciones expresadas en dicho texto. 



miércoles, 20 de abril de 2022

33 razones para honrar mi vida. Luisa Fernanda Mesa

Esta semana les traemos un fragmento del libro "33 razones para honrar mi vida" de la escritora colombiana Luisa Fernanda Mesa, editado por Hilo de Plata. 


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VI

Todo empezó oyendo una vieja canción en el 
pasacintas del carro. 
Empecé a imaginarme una vida a su lado
y a fantasear lo imposible. 
Todo parecía tan lejano y tan inalcanzable, que 
incluso me construí un futuro y no un presente. 

Pero la vida te pone cómplices, hadas madrinas, 
hermanas mayores, llámalas como quieras. 
Segura de poderlo conquistar, pero temerosa de no ser 
digna, empecé a entregarme a la ventura de conocernos. 
Fueron días duros, fracasos, caídas, ganas de huir, 
llanto, heridas en los labios, ruido...

Creo que tarda bastante el proceso de aceptación 
cuando no se nace para algo o alguien, aunque se
trabaje con disciplina para conseguir una respuesta. 
Puedo hablar de mutua tolerancia pero no de amor.
Y como sucede cuando no te sientes correspondido, 
poco a poco nos fuimos dejando de ver. 

Ahora yace como un recuerdo, cargado de polvo, en un 
rincón de mi habitación. 

De vez en cuando intento agradarle, casi nunca
logramos una conexión que dure.

Pero sigo intentando, así sea por segundos, obtener la 
música que llena el pecho, la vibración que eleva, el 
ronco sonido que hace cosquillas en el alma. 


Convertirme por fin en la amante de un saxofón. 



Luisa Fernanda Mesa y su saxofón
 Fotografía:  Claudia Calle. 


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