miércoles, 14 de agosto de 2024

A un olmo seco. Poema de Antonio Machado

Esta semana un poema de unos de mis favoritos: Antonio Machado.  Un homenaje al árbol que ha permanecido de pie y un canto a la esperanza.  Se dice que el poeta lo escribió poco antes de la muerte de su esposa Leonor Izquierdo, tal vez, esperando "otro milagro de la primavera".


A un olmo seco


Al olmo viejo, hendido por el rayo

y en su mitad podrido,

con las lluvias de abril y el sol de mayo,

algunas hojas nuevas le han salido.


¡El olmo centenario en la colina

que lame el Duero! Un musgo amarillento

le mancha la corteza blanquecina

al tronco carcomido y polvoriento.


No será, cual los álamos cantores

que guardan el camino y la ribera,

habitado de pardos ruiseñores.

Ejército de hormigas en hilera

va trepando por él, y en sus entrañas

urden sus telas grises las arañas.


Antes que te derribe, olmo del Duero,

con su hacha el leñador, y el carpintero

te convierta en melena de campana,

lanza de carro o yugo de carreta;

antes que rojo en el hogar, mañana,

ardas de alguna mísera caseta,

al borde de un camino;

antes que te descuaje un torbellino

y tronche el soplo de las sierras blancas;

antes que el río hasta la mar te empuje

por valles y barrancas,

olmo, quiero anotar en mi cartera

la gracia de tu rama verdecida.

Mi corazón espera

también, hacia la luz y hacia la vida,

otro milagro de la primavera.

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Antonio Machado Ruiz (Sevilla, 26 de julio de 1875-Colliure, 22 de febrero de 1939) fue un poeta español, el más joven representante de la generación del 98. Su obra inicial, de corte modernista (como la de su hermano Manuel), evolucionó hacia un intimismo simbolista con rasgos románticos, que maduró en una poesía de compromiso humano, de una parte, y de contemplación de la existencia, por otra; una síntesis que en la voz de Machado se hace eco de la sabiduría popular más ancestral. Murió en el exilio durante la guerra civil española.

jueves, 25 de julio de 2024

12 consejos sobre el arte de escribir cuentos: Roberto Bolaño

Cuando leí este texto en la red, creí que se trataba de una broma.  ¿Y por qué no?

Trascribo el texto completo, con su respectiva introducción.  


Todo lo que escribía Roberto Bolaño estaba bien escrito; además lo hacía de una manera muy original. Logró crear su propio estilo y es por eso, quizá, que me gusta tanto. Muchos escritores son de la opinión de que para escribir bien es más importante aprender a leer bien. Bolaño compraba libros compulsivamente pero casi nunca los leía. Le gustaba tenerlos apilados en su biblioteca para hojearlos una vez cada tanto. Fue un autodidacta, y creo que eso hace que sus consejos valgan más que si hubiera ido a la universidad. Estos consejos fueron publicados en su libro póstumo Entre paréntesis:

12 consejos sobre el arte de escribir cuentos
Roberto Bolaño

1. No escribas nunca los cuentos de uno en uno. Si los escribes de uno en uno, honestamente, puedes estar escribiendo el mismo cuento hasta el día que te mueras.

2. Lo mejor es escribir los cuentos de tres en tres, o de cinco en cinco. Si tienes suficiente enegía, escríbelos de nueve en nueve o de quince en quince.

3. Cuidado: la tentación de escribirlos de dos en dos es tan peligrosa como dedicarse a escribirlos de uno en uno, y además lleva en su interior el juego más bien pegajoso de los espejos amantes: una doble imagen que produce melancolía.

4. Hay que leer a Quiroga, hay que leer a Felisberto Hernández, y hay que leer a Borges. Hay que leer a Rulfo, Monterroso, García Márquez. Un cuentista que tenga un poco de aprecio por su obra no leerá jamás a Cela ni a Umbral. Sí que leerá a Cortázar y a Bioy Casares, pero en modo alguno a Cela y a Umbral.

5. Lo repito una vez más por si no ha quedado claro: a Cela y a Umbral, ni en pintura.

6. Un cuentista debe ser valiente. Es triste reconocerlo, pero es así.

7. Los cuentistas suelen jactarse de haber leído a Petrus Borel. De hecho, es notorio que muchos cuentistas intentan imitar a Petrus Borel. Gran error: ¡deberían imitar a Petrus Borel en el vestir! ¡Pero la verdad es que de Petrus Borel apenas saben nada! ¡Ni de Gautier, ni de Nerval!

8. Lleguemos a un acuerdo. Lean a Petrus Borel, vístanse como Petrus Borel, pero lean también a Jules Renard y a Marcel Schwob, sobre todo lean a Marcel Schwob y de éste pasen a Alfonso Reyes y de ahí a Borges.

9. La verdad de la verdad es que con Edgar Allan Poe todos tendríamos de sobra.

10. Piensen en el punto número nueve. Piensen y reflexionen. Aún están a tiempo. Uno debe pensar en el nueve. De ser posible: de rodillas.

11. Libros y autores altamente recomendables: De lo sublime, de Longino; los sonetos del desdichado y valiente Philip Sidney, cuya biografía escribió Lord Brooke; Antología de Spoon River, de Edgar Lee Masters; Suicidios ejemplares, de Enrique Vila-Matas y Mientras ellas duermen, de Javier Marías.

12. Lean estos libros y lean también a Chéjov y a Raymond Carver, uno de los dos es el mejor cuentista que ha dado este siglo XX.


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Roberto Bolaño Ávalos (1953-2003)​ fue un escritor y poeta chileno, autor de más de dos decenas de libros, entre los cuales destacan sus novelas Los detectives salvajes, ganadora del Premio Herralde en 1998 y el Premio Rómulo Gallegos en 1999, y la póstuma 2666. 

miércoles, 17 de julio de 2024

Amado Nervo: El día que me quieras

Esta semana les traigo un poema que les parecerá familiar, aunque posiblemente pocos lo hayan leído. 

Sí. Efectivamente, este poema de Amado Nervo fue la inpiración para que  Alfredo Lepera compusiera una canción que hizo famoso a Carlos Gardel.  

Creo que es hora de conocer el origen de la canción. Un poema bellísimo del mexicano Amado nervo. 


El día que me quieras 

Amado Nervo


El día que me quieras tendrá más luz que junio;

la noche que me quieras será de plenilunio,

con notas de Beethoven vibrando en cada rayo

sus inefables cosas,

y habrá juntas más rosas

que en todo el mes de mayo.


Las fuentes cristalinas

irán por las laderas

saltando cristalinas

el día que me quieras.


El día que me quieras, los sotos escondidos

resonarán arpegios nunca jamás oídos.

Éxtasis de tus ojos, todas las primaveras

que hubo y habrá en el mundo serán cuando me quieras.


Cogidas de la mano cual rubias hermanitas,

luciendo golas cándidas, irán las margaritas

por montes y praderas,

delante de tus pasos, el día que me quieras...


Y si deshojas una, te dirá su inocente

postrer pétalo blanco: ¡Apasionadamente!

Al reventar el alba del día que me quieras,

tendrán todos los tréboles cuatro hojas agoreras,

y en el estanque, nido de gérmenes ignotos,

florecerán las místicas corolas de los lotos.


El día que me quieras será cada celaje

ala maravillosa; cada arrebol, miraje

de "Las Mil y una Noches"; cada brisa un cantar,

cada árbol una lira, cada monte un altar.

El día que me quieras, para nosotros dos

cabrá en un solo beso la beatitud de Dios.

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Amado Nervo
Poeta y prosista mexicano (1870, Tepic -México-   1919 Montevideo- Uruguay). Su nombre era Juan Crisóstomo Ruiz de Nervo y Ordáz. Fue miembro de la Academia Mexicana.

Amado Nervo.jpgAutor de novelas y ensayos de corte modernista. Tambien es conocido por sus poesías. Inició estudios en ciencias, leyes, en incluso estuvo un tiempo en el seminario porque quería ser clérigo. Tuvo múltiples trabajo y ocupaciones, dentro de las que se destaca la carrera diplomática.

Dentro de sus obras se destacan "Serenidad", "Elevación", "Plenitud", "la amada inmóvil", y "En Paz".


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La letra de "El día que me quieras" de Alfredo Le Pera (que hiciera famosa Carlos Gardel) es una paráfrasis del poema homónimo de Amado Nervo, incluido en su libro póstumo, "El arquero divino".

Alfredo Le Pera era conocedor de la obra de Amado Nervo y obviamente del poema “El día que me quieras”, por lo cual pidió permiso a la familia de Nervo para poder realizar una adaptación y convertirlo en canción.

miércoles, 10 de julio de 2024

Roberto Bolaño y los combates de verdad

El siguiente texto nos lo comparte el doctor Osvaldo Lara, miembro del Taller de Historias. 


Roberto Bolaño y los combates de verdad

«Una noche Amalfitano le preguntó, por decir algo mientras el joven buscaba en las estanterías, qué libros le gustaban y qué libro era aquel que en ese momento estaba leyendo. El farmacéutico le contestó, sin volverse, que le gustaban los libros del tipo de 'La metamorfosis', 'Bartleby', 'Un corazón simple', 'Un cuento de Navidad'. Y luego le dijo que estaba leyendo 'Desayuno en Tiffanys', de Capote. Dejando de lado que Un corazón simple y Un cuento de Navidad eran, como el nombre de este último indicaba, cuentos y no libros, resultaba revelador el gusto de este joven farmacéutico ilustrado, que tal vez en otra vida fue Trakl o que tal vez en ésta aún le estaba deparado escribir poemas tan desesperados como su lejano colega austriaco, que prefería claramente, sin discusión, la obra menor a la obra mayor. Escogía 'La metamorfosis' en lugar de 'El proceso', escogía 'Bartleby' en lugar de 'Moby Dick', escogía 'Un corazón simple' en lugar de 'Bouvard y Pécuchet', y 'Un cuento de Navidad' en lugar de 'Historia de dos ciudades' o de 'El Club Pickwick'. Qué triste paradoja, pensó Amalfitano. Ya ni los farmacéuticos ilustrados se atreven con las grandes obras, imperfectas, torrenciales, las que abren camino en lo desconocido. Escogen los ejercicios perfectos de los grandes maestros. O lo que es lo mismo: quieren ver a los grandes maestros en sesiones de esgrima de entrenamiento, pero no quieren saber nada de los combates de verdad, en donde los grandes maestros luchan contra aquello, ese aquello que nos atemoriza a todos, ese aquello que acoquina y encacha, y hay sangre y heridas mortales y fetidez».


"2666" (un combate de verdad)

Editorial Anagrama

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Roberto Bolaño Ávalos (1953-2003)​ fue un escritor y poeta chileno, autor de más de dos decenas de libros, entre los cuales destacan sus novelas Los detectives salvajes, ganadora del Premio Herralde en 1998 y el Premio Rómulo Gallegos en 1999, y la póstuma 2666. 

miércoles, 5 de junio de 2024

Siete consejos de Escritura de Mark Twain

Estos siete consejos de Mark Twain fueron extraidos de la página "Decálogos Literarios" del escritor Emilio Restrepo. 


1. Empieza por los acontecimientos

Primero dale forma a los hechos, luego podrás distorsionarlos tanto como quieras.

2. Escribe correctamente

Emplea una gramática correcta. Usa la palabra adecuada, no su prima segunda. En cuanto a los adjetivos, si tienes alguna duda, cárgatelo. Dios solamente exhibe sus truenos y rayos a intervalos, por eso nos llaman la atención. Esos son los adjetivos de Dios. Si tú muestras demasiados rayos y truenos, el lector se cansa poco a poco.

3. Sé paciente y perseverante

No esperes tener el libro a la primera. Trabaja, edita, reescribe.

4. Olvídate de los adverbios

Escribe la palabra “jodidamente” cada vez que vayas a escribir la palabra “muy”. Tu editor lo borrará y el texto será como debería ser.

5. Pon distancia de por medio

Levántate de vez en cuando para dar una vuelta a la manzana y dejar que los sentimientos se diluyan. Hay una única cosa que no soporto y no soportaré: el falso sentimentalismo.

6. Sé conciso y directo

Usa un lenguaje simple y sencillo; palabras cortas y frases breves. Esa es la forma de escribir en la época moderna y resulta la mejor manera. Recuerda: no dejes que fluyan la pelusa, las flores y la verborrea.

7. Empieza cuando crees que has terminado

El tiempo para empezar a escribir un artículo es cuando crees haberlo terminado y estás satisfecho. En ese momento empiezas a percibir con claridad y lógica lo que realmente quieres decir.

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Mark Twain, cuyo nombre real era Samuel Langhorne Clemens, nació el 30 de noviembre de 1835 en Florida, Misuri, Estados Unidos. Fue un célebre escritor, humorista y conferenciante conocido por sus obras "Las aventuras de Tom Sawyer" y "Las aventuras de Huckleberry Finn", que se consideran clásicos de la literatura estadounidense. Twain trabajó como piloto de barco de vapor en el río Misisipi, experiencia que influyó en su escritura. A lo largo de su vida, escribió numerosas novelas, cuentos, ensayos y discursos, ganándose una reputación como uno de los grandes escritores de su tiempo. Falleció el 21 de abril de 1910 en Redding, Connecticut.


miércoles, 15 de mayo de 2024

Detrás de cada poema hay una historia

Todo texto tiene un origen, una motivación, una causa y un efecto...

Pero dejemos que sea el escritor y cantautor Pala (Carlos Palacio) quien nos cuente esta historia:


Detrás de este poema hay una historia.

Cuando viajé por primera vez a Alemania, mi destino soñado no era Berlín o Munich, sino Maguncia, la Mainz cuyos orígenes se diluyen en la niebla de los milenios. Y una vez allí, mi destino no era el lustroso casco histórico o las célebres ruinas romanas, sino un museo: el Museo Gutenberg. Moría de ganas por acercar mis ojos a las primeras imprentas de tipos móviles.
La ilusión de esa mañana se parecía a la del niño de pueblo que fui cuando tenía paseo de día entero y conduje desde la frontera francesa emocionado y alerta. Pero como a la vida le tienen sin cuidado las ilusiones de nadie, encontramos que el museo estaba cerrado.
Con el corazón roto y haciendo pucheros, me refugié en un café de la plaza principal en donde se ponía en escena un pintoresco mercadillo de domingo.
De pronto y sin que lo advirtiera, el rumor de la lengua que los venteros y parroquianos desplegaban ante mí como un velo innintelegible, se apoderó del ambiente y me atrapó. Era el rumor de la lengua de Gutemberg. La lengua en la que concibió un mecanismo de engranajes y letras metálicas que cambió el curso de las otras lenguas. Y, sobre todo, la lengua a la cual sirvió la primera imprenta.
Los libros, las tipografías y los depósitos de tinta no se sirven de las palabras sino que sirven a ellas. Una lengua vive no porque haya libros escritos en sus fórmulas arbitrarias sino porque haya personas que hagan suya su gramática y la utilicen para instalar mercados dominicales y vender quesos a sus vecinos.
Y escribí este poema.

 


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Pala

Carlos Palacio (n. Yarumal, Antioquia, Colombia, 22 de mayo de 1969), es un compositor, cantante, guitarrista, poeta colombiano y Filólogo, considerado por la crítica especializada como uno de los mejores letristas de su género en el país. Ganador del Premio Nacional de Música del Ministerio de Cultura de Colombia y de los Premios Internacionales de Poesía Miguel Hernández, Antonio Machado, José de Espronceda en España, y recientemente el Premio Jaén de Poesía. En sus canciones no sólo hay uso de metáforas, humor e ironía, sino también intertextualidad con la creación estética de diversos artistas del canon universal. Sus temas principales son el amor, el carpe diem, la historia e idiosincrasia colombianas, y la urgencia de romper con una mentalidad conservadora, inquisitorial y ultracatólica.​

miércoles, 1 de mayo de 2024

La puntuación, la sintaxis y el amor: Leila Macor

El siguiente texto me lo compartieron en un taller de creación literaria.  

Se trata de un texto de la escritora Leila Macor, y que ha sido reproducido en varios diarios, blogs, revistas, e incluso programas radiales.  Este fragmento hace parte de su libro Nosotros, los impostores.  (Montevideo. Sudamericana 2010)

Me pareció un texto que tiene humor y muchos focos de reflexión, por lo cual lo comparto en este blog. 



La puntuación, la sintaxis y el amor

Leila Macor


Siempre que pongo un punto y coma sonrío. Me acuerdo de un amigo de mi hermano, a quien yo amaba como loca en mi adolescencia, que dijo una vez que un verdadero escritor se reconoce porque sabe usar el punto y coma.

Por supuesto comencé a usar frenéticamente el punto y coma, aunque él nunca se dio cuenta de mi pericia puntuadora.

Luego, en el colegio, escribía parodias de los poemas que estudiábamos en la clase de Literatura y las pegaba en la cartelera del salón, sólo para ver reír al chico del fondo que me gustaba y que no me hacía el menor caso, excepto cuando leía aquellas burlas gracias a las cuales yo existía un poquito para él.

Me enamoré después de un hippie. En consecuencia, un ejército de gnomos, hadas y plagiados cronopios tomó por asalto mis cuadernos, que por fortuna hice desaparecer de la faz de la Tierra.

Mi primer novio leía a Nietzsche: en aquel tiempo escribí herméticamente versos oscuros sobre simbólicas tarántulas que hoy día no consigo entender (y creo que en aquel momento tampoco).

Poeta

El siguiente fue un poeta para quien el punto y coma era tan feo e inelegante como una factura de la luz, los dos puntos un recurso vulgar destinado a un recetario de cocina y los paréntesis una trampa que esconde la incapacidad expresiva del escritor.

Así que punto y coma, dos puntos y paréntesis quedaron proscritos de mi escritura durante un par de años. Sólo después de mucho esfuerzo los logré reincorporar.

Algunos de los hombres que me gustaron no eran lectores y simplifiqué mis textos; otros eran intelectuales y entonces los academicé, llenándolos de citas de Heidegger y Schopenhauer que tomaba prestadas de mi agenda.

Una vez me enamoré de uno que amaba las oraciones cortas y las sentencias desadjetivadas; poco después me enamoré de otro que prefería el barroquismo y las descripciones delirantes: salté de Carver a Carpentier como quien cruza la calle.

Después tuve un novio fanático de Rimbaud y de Baudelaire y yo me puse por tanto agresiva y negativa.

Sándwich

Luego vino un chico que odiaba el «sándwich literario», que es cuando se coloca un sustantivo entre dos adjetivos (por ejemplo, la «enigmática casa antigua»). Ergo, me volví implacable con los adjetivos, cacé sándwiches y acabé con todos ellos.

El siguiente se la tenía jurada a los adverbios. Decía que son un bastón para apoyar a un verbo que no tiene suficiente fuerza.

Saqué adverbios y usé sólo verbos autoválidos.

Y otro abogaba por la eliminación de la palabra «como». La luna es un queso, no como un queso. El «como» ensucia la metáfora, decía, porque la transforma en una anodina comparación. Busqué entonces todos los «como» de mis archivos con Find and Replace y los borré de un manotón en el teclado.

Luego mi ex esposo se reveló como un gran admirador de Kundera y elogió las metáforas que «caen como un rayo iluminador sobre una escena».

Intenté por ende, y durante años, imitar el rayo iluminador de Kundera.

Pero ninguno de ellos se enteró jamás, lógicamente, de todo esto que se cocía entre la palabra y yo.

Desde que puedo recordar, la escritura ha sido mi forma más inadvertida, menos eficaz y peor orientada de coquetear.

Leila Macor

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Leila Macor es una escritora y periodista venezolana, que vivió en Montevideo, Uruguay, entre 1996 y 2011, autora de Lamentablemente estamos bien y Nosotros los impostores.​​Entre 2005 y 2008 escribió dos columnas en la revista impresa Vayven del diario El Observador.