En estos días, en un conversatorio sobre literatura y creación literaria, mencioné los Ejercicios de Estilo, de Raymond Queneau; un curioso libro en el cual se cuenta una pequeña historia de un hombre joven que viaja en el autobús de la línea S, y dos horas más tarde es visto en la estación Saint-Lazare.
Todo el libro es la misma historia trivial contada de noventa y nueve formas diferentes y con los enfoques más diversos. Un verdadero desafío para el que piense que la creación literaria tiene límite y crea que la temida "hoja en blanco" es un enemigo invencible.
Lo extraño de todo, es que el libro Cent Mille Miliards de Poèmes solo cuenta con diez páginas. ¿Cómo es esto posible?
Pues resulta que en 1960, Queneau escribió un libro de diez sonetos, con versos intercambiables que permitían mantener la rima y la métrica. Es decir, uno puede leer el poema de la primera página, y luego leer la cantidad de poemas que uno quiera intercambiando al menos uno de los versos por cualquiera de los diez disponibles. Cualquier combinación es factible.
Para que esto sea posible cada página tiene sus versos cortados en forma de pestañas, de manera que uno pueda leer la combinación que escoja.
Coincidencialmente, al día siguiente de mi charla me encontré en la red con un artículo que hablaba de que el libro más largo del mundo, precisamente, era de este autor francés.
Lo extraño de todo, es que el libro Cent Mille Miliards de Poèmes solo cuenta con diez páginas. ¿Cómo es esto posible?
Pues resulta que en 1960, Queneau escribió un libro de diez sonetos, con versos intercambiables que permitían mantener la rima y la métrica. Es decir, uno puede leer el poema de la primera página, y luego leer la cantidad de poemas que uno quiera intercambiando al menos uno de los versos por cualquiera de los diez disponibles. Cualquier combinación es factible.
Para que esto sea posible cada página tiene sus versos cortados en forma de pestañas, de manera que uno pueda leer la combinación que escoja.
Según Queneau, contando 45 segundos para leer un soneto y 15 segundos para cambiar las pestañas con los versos, usando 8 horas al día, 200 días al año, tendríamos más de un millón de siglos de lectura. Si se leyera los 365 días del año, tardaríamos 190,258,751 años.
Cuando leí esta curiosa nota, no me extrañó: No esperaba menos de Raymond Queneau, el hombre que fue capaz de contar una trivialidad de 99 formas diferentes.
A continuación del comparto el enlace para que descarguen el libro Ejercicios de Estilo.
Fuente: El blog de los lagartijos.
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