miércoles, 9 de noviembre de 2022

Nuevo modelo No. 15. Cuento de Gustavo Adolfo Bedoya Sánchez

Esta semana compartimos uno de los cuentos ganadores del concurso de microrrelatos de ciencia ficción (#MicroCIFiMedellin) en su version 2022:  

Nuevo modelo No.15 del escritor Gustavo Adolfo Bedoya Sánchez



Nuevo modelo No.15

Teseo sufre el mismo dilema todos los días: tiene poca energía y si se apresura a recargar su batería corre el riesgo de agotarla completamente. Por eso intenta consumir lo mínimo y se desconecta de internet.

 

Camina detrás de otros y piensa: “En el pasado bastaba con ingerir alimentos para recargarse”; sin embargo, se dice: “en aquellas épocas estábamos limitados a nuestros propios esfuerzos y habilidades”; en cambio: “ahora mismo contamos con mayor fuerza, agilidad y velocidad gracias a los dermoesqueletos”.

 

Recuerda que todo empezó cuando se hicieron populares los implantes auditivos y ópticos, meses después se pusieron de moda las mejoras de algunas extremidades y órganos internos. Eran procedimientos seguros y económicos que, además, prevenían accidentes y enfermedades y retrasaban el envejecimiento y la muerte; o eso decía la publicidad. Ahora bien: no dejaba de ser cierto que con cada nueva cirugía la gente empezaba a dejar de ser, un poco, ellos mismos.

 

¡Por suerte! aparecieron los dermoesqueletos. Teseo tiene un i-skeleton-6S. Según él: el mejor, por su diseño prolijo, moderno y estético, también por la variedad de sus colores y, sobre todo, por su compatibilidad y usabilidad. El único problema, definitivamente, es su batería: cada día dura menos.

 

A Teseo le gustaría seguir pensando, pero algo así agota más rápidamente sus reservas energéticas; así que, como lo hacen quienes van delante de él, cambia a modo “Automático”. Utilizará la energía que tiene para llegar a la tienda y comprar una nueva recarga.

 

Cuando llegue el sistema lo sacará del estado de “Reposo”. Lo primero que escuchará será la publicidad del tan esperado modelo No. 15. Su lanzamiento coincidirá con el Black-Month; sin embargo, Teseo pensará que pocos podrán darse ese lujo; además: él deberá trabajar para ganar lo suficiente, apenas, para la recarga siguiente.



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Gustavo Adolfo Bedoya Sánchez:  


Profesor e investigador de literatura. 

Durante el 2022 ha sido finalista del XVIII Certamen de Relatos “Pilar Baigorri” (España), segundo lugar en el “II Concurso Nacional de Cuento: Dagua Escribe” (Colombia), mención especial en el I Concurso Nacional de Cuento “Santiago Martínez Camacho” (Ecuador); y en el 2020 fue finalista de la VII Edición del Concurso “Cuentos cortos para esperas largas” (Colombia). Asimismo, es el autor del blog de reseñas: https://guardopalabras.blogspot.com/

miércoles, 2 de noviembre de 2022

Becquer: El monte de las ánimas.

Por Carlos Alberto Velásquez C.

Hace poco fue Halloween.

Para mí la noche del 31 de octubre tiene un encanto especial. (mi Halloween personal). No soy de los que suelo celebrar con disfraces.  Simplemente me sumo a cientos y miles de hombres y mujeres que antaño esperaban con terror y espanto la llegada del invierno y la derrota de la luz a manos de la oscuridad.  Las plantas morían para dar paso al invierno. La naturaleza parecía fallecer.

Por eso es que en muchas culturas se celebra la noche de los muertos.  La celebración celta fue adoptada por la religión católica para celebrar el día de los santos.

Aquellos primeros humanos se aferraban a ritos y sortilegios para poder sobrevivir hasta que la luz volviera a reinar sobre la oscuridad. Es el triunfo de la esperanza sobre la muerte.

Este año, les quiero compartir un cuento de terror de Gustavo Adolfo Becquer.



También quiero traerles dos obras maestras relacionadas con la noche de walpurgis, la celebración de Shamhain, o simplemente Halloween.  

La Danza Macabra de Camile Saint Sanz, y Una noche en el monte Calvo. 






Nota posterior. Infortunadamente Disney ha deshabilitado la inserción de videos por lo que los invito a ver la obra directamente desde su canal:   https://youtu.be/gonAS2uADbM

Para quienes quieran ver el video de la ejecución de la obra les dejo la versión de la Ludwig Symphony Orchestra.


Hasta la próxima noche de los muertos.

miércoles, 26 de octubre de 2022

Es hora de aceptarlo. Poema de PALA.

El 24 de octubre nos visitó en el Taller de Historias el cantautor y poeta Carlos Alberto Palacio (PALA)

Fue una reunión alucinante en la que nos contó su experiencia como médico, de su viraje al mundo de la música, y de cómo  incursionó en el mundo de la poesía y la literatura. 

De su libro, Abajo había nubes, ganador del premio Miguel Hernández 2020., Pala (Carlos Alberto Palacio), nos deleitó con este bello poema.

Agradecemos al artista su visita y su autorización para la publicación de este video.


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Pala

Carlos Palacio (n. Yarumal, Antioquia, Colombia, 22 de mayo de 1969), es un compositor, cantante, guitarrista, poeta colombiano y Filólogo, considerado por la crítica especializada como uno de los mejores letristas de su género en el país. Ganador del Premio Nacional de Música del Ministerio de Cultura de Colombia y de los Premios Internacionales de Poesía Miguel Hernández, Antonio Machado y José de Espronceda en España. En sus canciones no sólo hay uso de metáforas, humor e ironía, sino también intertextualidad con la creación estética de diversos artistas del canon universal. Sus temas principales son el amor, el carpe diem, la historia e idiosincrasia colombianas, y la urgencia de romper con una mentalidad conservadora, inquisitorial y ultracatólica.​

Pueden adquirir el libro en el siguiente enlace https://pala.com.co/abajo-habia-nubes/

miércoles, 19 de octubre de 2022

Vesícula. Cuento de Juan José Millás

Vesícula

Juan José Millás


Estaba intentando concentrarme en la escritura de un cuento circular cuando sonó el teléfono y una mujer preguntó si me habían quitado hace poco la vesícula. Dije que sí, claro, porque era la verdad. Entonces, la que hablaba se identificó y supe que se trataba de una novia de mi juventud que había devenido en patóloga. «Imagínate la gracia que me hizo cuando vi la etiqueta con tu nombre adherida a la víscera —dijo —, las vueltas que da la vida, ¿no? Habría pagado cualquier precio por tener tu corazón y años más tarde me envían gratuitamente tu vesícula.» «¿Cómo te ha llegado?», pregunté. «Como me llegan todas, en una especie de tartera refrigerada con una nota del cirujano pidiéndome que la analice.»

Mientras hablaba, entre la niebla de mi memoria se iba abriendo paso el rostro de la patóloga con veinte años menos de los que tendría ahora. Nos habíamos hecho novios al poco de que muriera Franco y habíamos roto después de que ganara las primeras elecciones Adolfo Suárez. A través de nuestra descomposición sentimental se podría haber contado la miseria de aquella época mucho mejor que con los recursos metodológicos de la historia. Y para quien aspirara a un sobresaliente, allí estaba aquella vesícula con un bulto cuyo diagnóstico dependía de mi pasado político. No era una situación agradable; la patóloga respiraba venganza.

Me resistí a preguntar por mi tumor, pero ella me contestó de todos modos. «No me gusta su aspecto —dijo—, me recuerda el de mi estado de ánimo cuando rompimos.» «Esto no está nada bien —le imploré—, después de todo parece que sobreviviste.» «No te imaginas en qué condiciones», respondió antes de colgar. Por supuesto, no he recogido los análisis del mismo modo que no he leído nada sobre estos veinte años: hay cosas que se notan en la cara.


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Juan José Millás García o Juanjo Millás es un periodista y escritor español, nacido en Valencia en 1946. Su obra narrativa se ha traducido a 23 idiomas.

miércoles, 12 de octubre de 2022

Las tres palabras más extrañas. Wislawa Szymborksa

Esta semana compartimos un texto de una poeta polaca: Wisława Szymborska, quien nos dejó esta interesante poesía.


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Las tres palabras más extrañas

Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.

Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.

Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo que no cabe en ninguna no-existencia.

(Versión al castellano de Abel A. Murcia)



Wisława Szymborska (AFI: vʲisˈwava ʂɨmˈbɔrska) (Prowent, actual Kórnik, 2 de julio de 1923 - Cracovia, 1 de febrero de 2012) fue una poeta, ensayista y traductora polaca, ganadora del Premio Nobel de Literatura en 1996.

miércoles, 5 de octubre de 2022

El Golem. Poema de Jorge Luis Borges

Esta semana les compartimos, del genial Borges, un poema llamado El Golem, inspirado en una antigua leyenda hebrea. Este poema fue escrito en 1958 y publicado en el libro "El otro, el mismo" en 1964


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El Golem


Si, (como afirma el griego en el Cratilo),
el nombre es arquetipo de la cosa
en las letras de 'rosa' está la rosa
y todo el Nilo en la palabra 'Nilo'.

Y, hecho de consonantes y vocales, 
habrá un terrible Nombre, que la esencia 
cifre de Dios y que la Omnipotencia 
guarde en letras y sílabas cabales.

Adán y las estrellas lo supieron
en el Jardín. La herrumbre del pecado 
(dicen los cabalistas) lo ha borrado 
y las generaciones lo perdieron.

Los artificios y el candor del hombre
no tienen fin. Sabemos que hubo un día
en que el pueblo de Dios buscaba el Nombre
en las vigilias de la judería.

No a la manera de otras que una vaga
sombra insinúan en la vaga historia,
aún está verde y viva la memoria
de Judá León, que era rabino en Praga.

Sediento de saber lo que Dios sabe,
Judá León se dio a permutaciones
de letras y a complejas variaciones
y al fin pronunció el Nombre que es la Clave,

la Puerta, el Eco, el Huésped y el Palacio,
sobre un muñeco que con torpes manos
labró, para enseñarle los arcanos
de las Letras, del Tiempo y del Espacio.

El simulacro alzó los soñolientos
párpados y vio formas y colores
que no entendió, perdidos en rumores
y ensayó temerosos movimientos.

Gradualmente se vio (como nosotros)
aprisionado en esta red sonora
de Antes, Después, Ayer, Mientras, Ahora,
Derecha, Izquierda, Yo, Tú, Aquellos, Otros.

(El cabalista que ofició de numen
a la vasta criatura apodó Golem;
estas verdades las refiere Scholem
en un docto lugar de su volumen.)

El rabí le explicaba el universo
"esto es mi pie; esto el tuyo, esto la soga."
y logró, al cabo de años, que el perverso
barriera bien o mal la sinagoga.

Tal vez hubo un error en la grafía
o en la articulación del Sacro Nombre;
a pesar de tan alta hechicería,
no aprendió a hablar el aprendiz de hombre.

Sus ojos, menos de hombre que de perro
y harto menos de perro que de cosa,
seguían al rabí por la dudosa
penumbra de las piezas del encierro.

Algo anormal y tosco hubo en el Golem,
ya que a su paso el gato del rabino
se escondía. (Ese gato no está en Scholem
pero, a través del tiempo, lo adivino.)

Elevando a su Dios manos filiales,
las devociones de su Dios copiaba
o, estúpido y sonriente, se ahuecaba
en cóncavas zalemas orientales.

El rabí lo miraba con ternura
y con algún horror. '¿Cómo' (se dijo)
'pude engendrar este penoso hijo
y la inacción dejé, que es la cordura?'

'¿Por qué di en agregar a la infinita
serie un símbolo más? ¿Por qué a la vana
madeja que en lo eterno se devana,
di otra causa, otro efecto y otra cuita?'

En la hora de angustia y de luz vaga,
en su Golem los ojos detenía.
¿Quién nos dirá las cosas que sentía
Dios, al mirar a su rabino en Praga?

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El Golem de Praga es una leyenda antigua, que se hizo famosa con la novela homónima de Gustav Meyrink publicada en 1915 y de la cual se hizo una película muda en 1920.


Narra la historia de Judá León (Loew), el gran rabino de Praga  (1512-1609), quien creó una estatua de barro a quien pretendió por medio de la cábala darle vida y posteriormente educarlo. Sin embargo, a pesar de que su objetivo era crear un ser que protegiera al pueblo judío, solo obtuvo una criatura torpe, carente de todo rasgo elevado, que solo ocasionó catástrofes. 

Borges reflexiona acerca del hombre como creador y sobre la imperfección de toda obra. Sobre este aspecto, Borges mismo ha dicho que "el Golem es al rabino que lo creó, lo que el hombre es a Dios; y es también, lo que el poema es al poeta". 


Recomendación:  Borges, es usted un genio

miércoles, 28 de septiembre de 2022

Sueños de robot. Isaac Asimov

 Para ésta semana, más literatura:   Un fantástico cuento de Isaac Asimov.   ("Robot dreams" 1986)

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Sueños de robot


Isaac Asimov



一Anoche soñé anunció Elvex tranquilamente. 

Susan Calvin no replicó, pero su rostro arrugado, envejecido por la sabiduría y la experiencia, pareció sufrir un estremecimiento microscópico. 

一¿Ha oído eso? preguntó Linda Rash, nerviosa. Ya se lo había dicho. 

Era joven, menuda, de pelo oscuro. Su mano derecha se abría y se cerraba una y otra vez. 

Calvin asintió y ordenó a media voz: 

一Elvex, no te moverás, ni hablarás, ni nos oirás hasta que te llamemos por tu nombre. 

No hubo respuesta. El robot siguió sentado como si estuviera hecho de una sola pieza de metal y así se quedaría hasta que escuchara su nombre otra vez. 

一¿Cuál es tu código de entrada en computadora, doctora Rash? preguntó Calvin. O márcalo tú misma, si te tranquiliza. Quiero inspeccionar el diseño del cerebro positrónico.

Las manos de Linda se enredaron un instante sobre las teclas. Borró el proceso y volvió a empezar. El delicado diseño apareció en la pantalla. 

一Permíteme, por favor solicitó Calvin, manipular tu computadora. 

Le concedió el permiso con un gesto, sin palabras. Naturalmente. ¿Qué podía hacer Linda, una inexperta robosicóloga recién estrenada, frente a la Leyenda Viviente? 

Susan Calvin estudió despacio la pantalla, moviéndola de un lado a otro y de arriba abajo, marcando de pronto una combinación clave, tan de prisa, que Linda no vio lo que había hecho, pero el diseño desplegó un nuevo detalle y, el conjunto, había sido ampliado. Continuó, atrás y adelante, tocando las teclas con sus dedos nudosos. 

En su rostro avejentado no hubo el menor cambio. Como si unos cálculos vastísimos se sucedieran en su cabeza, observaba todos los cambios de diseño.

Linda se asombró. Era imposible analizar un diseño sin la ayuda, por lo menos, de una computadora de mano. No obstante, la vieja simplemente observaba. ¿Tendría acaso una computadora implantada en su cráneo? ¿O era que su cerebro durante décadas no había hecho otra cosa que inventar, estudiar y analizar los diseños de cerebros positrónicos? ¿Captaba los diseños como Mozart captaba la notación de una sinfonía? 

一¿Qué es lo que has hecho, Rash? dijo Calvin, por fin. 

Linda, algo avergonzada, contestó: 

一He utilizado la geometría fractal. 

一Ya me he dado cuenta, pero, ¿por qué? 

一Nunca se había hecho. Pensé que tal vez produciría un diseño cerebral con complejidad añadida, posiblemente más cercano al cerebro humano. 

一¿Consultaste a alguien? ¿Lo hiciste todo por tu cuenta? 

一No consulté a nadie. Lo hice sola. 

Los ojos ya apagados de la doctora miraron fijamente a la joven. 

一No tenías derecho a hacerlo. Tu nombre es Rash: tu naturaleza hace juego con tu nombre. ¿Quién eres tú para obrar sin consultar? Yo misma, yo, Susan Calvin, lo hubiera discutido antes. 

一Temí que se me impidiera. 

-¡Por supuesto que se te habría impedido! 

一Van a… su voz se quebró pese a que se esforzaba por mantenerla firme. ¿Van a despedirme? 

一Posiblemente respondió Calvin. O tal vez te asciendan. Depende de lo que yo piense cuando haya terminado. 

一¿Va usted a desmantelar a Elv…? por poco se le escapa el nombre que hubiera reactivado al robot y cometido un nuevo error. No podía permitirse otra equivocación, si es que ya no era demasiado tarde-. ¿Va a desmantelar al robot? 

En ese momento se dio cuenta de que la vieja llevaba una pistola electrónica en el bolsillo de su bata. La doctora Calvin había venido preparada para eso precisamente. 

一Veremos postergó Calvin, el robot puede resultar demasiado valioso para desmantelarlo. 

一Pero, ¿cómo puede soñar? 

一Has logrado un cerebro positrónico sorprendentemente parecido al humano. Los cerebros humanos tienen que soñar para reorganizarse, desprenderse periódicamente de trabas y confusiones. Quizás ocurra lo mismo con este robot y por las mismas razones. ¿Le has preguntado qué soñó? 

-No, la mandé llamar a usted tan pronto como me dijo que había soñado. Después de eso, ya no podía tratar el caso yo sola. 

一¡Yo! una leve sonrisa iluminó el rostro de Calvin. Hay límites que tu locura no te permite rebasar. Y me alegro. En realidad, más que alegrarme me tranquiliza. Veamos ahora lo que podemos descubrir juntas. 

一¡Elvex! llamó con voz autoritaria. 
La cabeza del robot se volvió hacia ella. 

一Sí, doctora Calvin. 

一¿Cómo sabes que has soñado? 

一Era por la noche, todo estaba a oscuras, doctora Calvin explicó Elvex, cuando de pronto aparece una luz, aunque yo no veo lo que causa su aparición. Veo cosas que no tienen relación con lo que concibo como realidad. Oigo cosas. Reacciono de forma extraña. Buscando en mi vocabulario palabras para expresar lo que me ocurría, me encontré con la palabra “sueño”. Estudiando su significado llegué a la conclusión de que estaba soñando. 

一Me pregunto cómo tenías “sueño” en tu vocabulario. 

Linda interrumpió rápidamente, haciendo callar al robot: 

一Le imprimí un vocabulario humano. Pensé que… 

一Así que pensó murmuró Calvin. Estoy asombrada. 

一Pensé que podía necesitar el verbo. Ya sabe, “jamás ‘soñé’ que…”, o algo parecido. 

一¿Cuántas veces has soñado, Elvex? preguntó Calvin. 

一Todas las noches, doctora Calvin, desde que me di cuenta de mi existencia. 

一Diez noches -intervino Linda con ansiedad, pero me lo ha dicho esta mañana. 

一¿Por qué lo has callado hasta esta mañana, Elvex? 

一Porque ha sido esta mañana, doctora Calvin, cuando me he convencido de que soñaba. Hasta entonces pensaba que había un fallo en el diseño de mi cerebro positrónico, pero no sabía encontrarlo. Finalmente, decidí que debía ser un sueño. 

一¿Y qué sueñas? 

一Sueño casi siempre lo mismo, doctora Calvin. Los detalles son diferentes, pero siempre me parece ver un gran panorama en el que hay robots trabajando. 

一¿Robots, Elvex? ¿Y también seres humanos? 

一En mi sueño no veo seres humanos, doctora Calvin. Al principio, no. Solo robots. 

一¿Qué hacen, Elvex? 

一Trabajan, doctora Calvin. Veo algunos haciendo de mineros en la profundidad de la tierra y a otros trabajando con calor y radiaciones. Veo algunos en fábricas y otros bajo las aguas del mar. 
Calvin se volvió a Linda. 

一Elvex tiene solo diez días y estoy segura de que no ha salido de la estación de pruebas. ¿Cómo sabe tanto de robots? 

Linda miró una silla como si deseara sentarse, pero la vieja estaba de pie. Declaró con voz apagada: 

Me parecía importante que conociera algo de robótica y su lugar en el mundo. Pensé que podía resultar particularmente adaptable para hacer de capataz con su… su nuevo cerebro declaró con voz apagada.

一¿Su cerebro fractal? 

一Sí. 

Calvin asintió y se volvió hacia el robot. 

一Y viste el fondo del mar, el interior de la tierra, la superficie de la tierra… y también el espacio, me imagino. 

一También vi robots trabajando en el espacio dijo Elvex. Fue al ver todo esto, con detalles cambiantes al mirar de un lugar a otro, lo que me hizo darme cuenta de que lo que yo veía no estaba de acuerdo con la realidad y me llevó a la conclusión de que estaba soñando.

-¿Y qué más viste, Elvex? 

一Vi que todos los robots estaban abrumados por el trabajo y la aflicción, que todos estaban vencidos por la responsabilidad y la preocupación, y deseé que descansaran. 

一Pero los robots no están vencidos, ni abrumados, ni necesitan descansar le advirtió Calvin. 

一Y así es en realidad, doctora Calvin. Le hablo de mi sueño. En mi sueño me pareció que los robots deben proteger su propia existencia. 

一¿Estás mencionando la tercera ley de la Robótica? preguntó Calvin. 

一En efecto, doctora Calvin. 

一Pero la mencionas de forma incompleta. La tercera ley dice: “Un robot debe proteger su propia existencia siempre y cuando dicha protección no entorpezca el cumplimiento de la primera y segunda ley”. 

一Sí, doctora Calvin, esta es efectivamente la tercera ley, pero en mi sueño la ley terminaba en la palabra “existencia”. No se mencionaba ni la primera ni la segunda ley. 

一Pero ambas existen, Elvex. La segunda ley, que tiene preferencia sobre la tercera, dice: “Un robot debe obedecer las órdenes dadas por los seres humanos excepto cuando dichas órdenes estén en conflicto con la primera ley”. Por esta razón los robots obedecen órdenes. Hacen el trabajo que les has visto hacer, y lo hacen fácilmente y sin problemas. No están abrumados; no están cansados. 

一Y así es en la realidad, doctora Calvin. Yo hablo de mi sueño. 

一Y la primera ley, Elvex, que es la más importante de todas, es: “Un robot no debe dañar a un ser humano, o, por inacción, permitir que sufra daño un ser humano”. 

一Sí, doctora Calvin, así es en realidad. Pero en mi sueño, me pareció que no había ni primera ni segunda ley, sino solamente la tercera, y esta decía: “Un robot debe proteger su propia existencia”. Esta era toda la ley. 

一¿En tu sueño, Elvex? 

一En mi sueño. 

一Elvex dijo Calvin一, no te moverás, ni hablarás, ni nos oirás hasta que te llamemos por tu nombre. 

Y otra vez el robot se transformó aparentemente en un trozo inerte de metal. Calvin se dirigió a Linda Rash: 

一Bien, y ahora, ¿qué opinas, doctora Rash? 

一Doctora Calvin dijo Linda con los ojos desorbitados y el corazón palpitándole fuertemente, estoy horrorizada. No tenía idea. Nunca se me hubiera ocurrido que esto fuera posible. 

一No observó Calvin con calma, ni tampoco se me hubiera ocurrido a mí, ni a nadie. Has creado un cerebro robótico capaz de soñar y con ello has puesto en evidencia una faja de pensamiento en los cerebros robóticos que muy bien hubiera podido quedar sin detectar hasta que el peligro hubiera sido alarmante. 

一Pero esto es imposible exclamó Linda. No querrá decir que los demás robots piensen lo mismo. 

一Conscientemente no, como diríamos de un ser humano. Pero, ¿quién hubiera creído que había una faja no consciente bajo los surcos de un cerebro positrónico, una faja que no quedaba sometida al control de las tres leyes? Esto hubiera ocurrido a medida que los cerebros positrónicos se volvieran más y más complejos… de no haber sido puestos sobre aviso. 

一Quiere decir, por Elvex. 

一Por ti, doctora Rash. Te comportaste irreflexivamente, pero al hacerlo, nos has ayudado a comprender algo abrumadoramente importante. De ahora en adelante, trabajaremos con cerebros fractales, formándolos cuidadosamente controlados. Participarás en ello. No serás penalizada por lo que hiciste, pero en adelante trabajarás en colaboración con otros. 

一Sí, doctora Calvin. ¿Y qué ocurrirá con Elvex? 

一Aún no lo sé. 

Calvin sacó el arma electrónica del bolsillo y Linda la miró fascinada. Una ráfaga de sus electrones contra un cráneo robótico y el cerebro positrónico sería neutralizado y desprendería suficiente energía como para fundir su cerebro en un lingote inerte. 

一Pero seguro que Elvex es importante para nuestras investigaciones objetó Linda-. No debe ser destruido. 

一¿No debe, doctora Rash? Mi decisión es la que cuenta, creo yo. Todo depende de lo peligroso que sea Elvex. 

Se enderezó, como si decidiera que su cuerpo avejentado no debía inclinarse bajo el peso de su responsabilidad. Dijo: 

一Elvex, ¿me oyes? 

一Sí, doctora Calvin respondió el robot. 

一¿Continuó tu sueño? Dijiste antes que los seres humanos no aparecían al principio. ¿Quiere esto decir que aparecieron después? 

一Sí, doctora Calvin. Me pareció, en mi sueño, que eventualmente aparecía un hombre. 

一¿Un hombre? ¿No un robot? 

一Sí, doctora Calvin. Y el hombre dijo: “¡Deja libre a mi gente!” 

一¿Eso dijo el hombre? 

一Sí, doctora Calvin. 

一Y cuando dijo “deja libre a mi gente”, ¿por las palabras “mi gente” se refería a los robots? 

一Sí, doctora Calvin. Así ocurría en mi sueño. 

一¿Y supiste quién era el hombre… en tu sueño? 

一Sí, doctora Calvin. Conocía al hombre. 

一¿Quién era? 

Y Elvex dijo: 

一Yo era el hombre. 

Susan Calvin alzó al instante su arma de electrones y disparó, y Elvex dejó de ser. 


FIN 

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Escritor y científico de origen ruso, nacionalizado estadounidense. Uno de los principales divulgadores de la ciencia, la historia y la literatura de ciencia ficción en el siglo XX.  

En 1996 publicó una selección de cuentos cortos llamada "Sueños de Robot".  Este cuento hace parte de la trama de la película "Yo Robot" aunque el argumento de la película está principalmente inspirado en el relato de Eando Binder, "yo robot" en el cual un robot es programado para matar a su creador.